domingo, 29 de abril de 2012

SANTIAGO A CIEN


 
Amores de cuidado

Haberla  dejado plantada  así como así, después de tanto mimo, de tanto preocuparse de su salud, de haber compartido la intimidad de su cuarto, no ha sido nada fácil. Echa de menos verla despertar,  su cara soñolienta  preguntándole  cada mañana  cómo había amanecido,  su cercanía  oliendo su perfume  y el  vasito de agua que ella vertía  amorosamente en su macetero.
 
 Fogosas

Estaban muy juntas, sin saberlo, hasta que sintieron el calor y se apagaron las risas y las conversaciones a su alrededor. Sus pequeñas lenguas, ardientes, jugando, inconscientes, las fueron fundiendo, abrasadas, hasta caer confundidas en el más dulce de los lechos, consumando el ritual del segundo cumpleaños del Vicente que, embelesado, no quiso apagarlas
 
Escher


Soñó, espantado, que al bajar  un pie de la cama, una mano desconocida le atenazaba el tobillo.  Despertó bajo una cama, atenazando el tobillo de un  desconocido que, a su vez espantado, lo   soñaba.
 

Su primer asalto


A sus sesenta años sale,  por primera vez  sin su auto con chofer, advertida de la delincuencia. El Transantiago está  semivacío y  sin embargo un joven mal vestido se sienta a su lado. Aferra  la cartera. Al rato, advierte que su reloj no está en su muñeca. Abre la cartera y rebusca su antigua  lima de uñas. Con ella, muda en su susto de muerte, lo  amenaza, señalando su muñeca desnuda. Sorprendido - primerizo  piensa ella – se lo lanza a la cartera abierta. Vuelta a casa, su reloj olvidado está en el velador. En su cartera, un reloj de hombre.

 
Aun hoy es todavía

La vida sigue, cada vez más independiente de nuestros deseos y esfuerzos por cambiarla, cada cual cumpliendo su papel en este plan infinito cuyas raíces siguen siendo desconocidas, un plan que se interesa más por el todo, que se recicla y avanza, que por las partes, reemplazables, precarias y de corta vida, nosotros. Pero la mente se resiste y declara que aún hoy es todavía, que aunque los sueños sean más cortos, siguen siendo realizables, y tal vez por eso sean cada vez más modestos, tanto que un día el sueño será simplemente despertar al día siguiente. Eso será suficiente.