...nos jugamos
la vida en las conversaciones que tenemos y también en las que no tenemos.
Detrás de muchos emails hay conversaciones cara a cara que te has ahorrado y
hemos preferido escondernos detrás de un teclado y una pantalla en vez de abordar esa
conversación difícil, esas conversaciones que a veces pinchan duelen, que
requieren esfuerzo intelectual, requieren esfuerzo emocional.
A mí me conmueve cuando veo a esos viejos
amigos sentados en el parque viendo caer la tarde, esas amistades que han
resistido embates de la vida y siguen ahí, de la misma manera que me conmueven
esos matrimonios ancianos que se siguen queriendo a pesar de todo, porque han
sobrevivido a tiempos difíciles. Y sobre todo porque vivimos en un tiempo en el que hay tantas familias rotas, tantos
niños solos, tantas amistades rotas, hay países que están rotos, el mundo está
roto y pienso, ¿qué voy a hacer yo con todo esto?
Tenemos que abordar lo nuestro, tenemos que
abordar esa parte del mundo que cae sobre nosotros, y son esas conversaciones
que tenemos que tener, con las relaciones deterioradas que hay en nuestra vida.
Si tú y yo afrontamos esas conversaciones pendientes y restauramos relaciones
deterioradas estamos empezando a cambiar el mundo.
A muchos de los problemas le faltan
conversaciones, pero una conversación verdadera., diferenciando que es una
conversación de lo que no es una conversación. No es una conversación suponer
el punto de vista del otro, sin dejarle expresarse, no es una conversación hablar
sin escuchar, no es una conversación atacar, acorralar, no es una conversación
el juego de las indirectas, no es una conversación pedir consejo habiendo
tomado una decisión definitiva, nada de eso es una conversación.
Una
conversación tiene que ver más con el nosotros, que con el yo, no es una yuxtaposición de
planteamientos, el tuyo, el mío, el tuyo, después de una conversación no hay un
ganador un perdedor o tablas, como en la
negociación. Una conversación verdadera
es aquella en que nadie tiene el dominio de la verdad y debemos
acercarnos a ella con humildad.
Si nos
echamos los problemas del mundo sobre los hombros, el mundo nos aplasta. Sin
embargo, hay una parte del mundo que nos podemos echar al hombro, nuestros
padres, hermanos, amigos, a todas las personas con las que interactuamos en el
día a día.
Hay
conversaciones cuyo efecto es el desgaste, cuando hay cierto conflicto con la
otra persona, la cosa se va complicando en la conversación hasta que al
terminar se concluye que esa conversación se podría haber ahorrado, porque el
problema es peor que antes, es la típica
conversación que desgasta las relaciones.
Hay otro
tipo de conversación, la de rechazo, la de sentirse dueño de la verdad y lanzando
la argumentación como una piedra gigante, esperando como única respuesta un Sí
señor, y lo que se obtiene es el
rechazo, igual que el boxeador que está sobre las cuerdas y sólo puede
salir golpeando. Las palabras pueden ser muy cortantes. Hay muchas amistades
rotas, familias rotas detrás de conversaciones que han sido explosivas...
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