¿Por qué se ama lo simple, lo frágil, lo no perfecto? ¿Será porque
imaginas que lo simple, lo frágil, necesita de ti? ¿Cuánto se tarda en entender que nada, ni nadie, es simple, que
nada es frágil, que nada es perfecto, que todo es una invención de aquel que necesita sentirse
necesitado? Sólo cuando las máscaras empiezan a caer es cuando empiezas a
entender que no eres dueño de la complejidad, que la complejidad es compartida,
que también está en el otro, sólo que es diferente, desconocida. Que cuando la
vida fluye, conocemos lo que queremos conocer, que son las caídas las que
rompen la cáscara idealizada y nos muestran lo que no quisimos ver. Y esa es
una nueva batalla, la de asumir que lo desconocido estaba donde no lo
imaginabas, dentro de ti. Una batalla que nos hace comprender por qué amar
duele, por qué nada es para siempre, por qué nos zumbaba ese moscardón dentro del
pecho como alarma ensordinada cada vez que el pensar irrumpía en el sentir ¿Qué
nos pudo hacer pensar que algo podía ser para siempre, si la vida no está
escrita, si nadie puede saber lo que puede suceder en el minuto siguiente, y al
que tal vez nunca lleguemos? ¿En qué libro leímos esa profecía
absurda, si nadie viene desde el futuro a advertirnos nada? Algún día tendremos
que asumir que somos sólo presente, un lugar donde no se puede vivir sin
recuerdos y esperanzas, un lugar dónde
sólo se puede vivir con recuerdos que alimenten esperanzas. Y que al final sólo
queda armar, o amar, la vida, día a día.
sábado, 29 de noviembre de 2014
jueves, 30 de octubre de 2014
Poética política
“La cultura revolucionaria se me aparece como una bandada de pájaros volando a cielo abierto; la bandada es siempre la misma, pero a cada instante su dibujo, el orden de sus componentes, el ritmo del vuelo van cambiando, la bandada asciende y desciende, traza sus curvas en el espacio, inventa de continuo un maravilloso dibujo, lo borra y empieza otro nuevo, y es siempre la misma bandada y en esa bandada están los mismos pájaros, y eso a su manera es la cultura de los pájaros, su júbilo de libertad en la creación, su fiesta continua”. (Cortázar)
viernes, 3 de octubre de 2014
Del por qué soy a-teo
Para Michel Onfray “No existe ningún término para calificar de modo positivo al que no rinde pleitesía a las quimeras fuera de esta construcción lingüística que exacerba la amputación: a-teo, pues, pero también in-fiel, a-gnóstico, des-creído, ir-religioso, in-crédulo, a-religioso, im-pío (¡el dios del ausente!) y todas las palabras que derivan de éstas: ir-religión, in-credulidad, im-piedad, etc. No hay ninguna para significar el aspecto solar, afirmativo, positivo, libre y fuerte del individuo ubicado más allá del pensamiento mágico y de las fábulas”.
Como escribe Daniel Dennett en otra obra imprescindible, Darwin’s Dangerous Idea (1995), (La peligrosa idea de Darwin, Círculo de lectores, 1999) el naturalista británico concibió una de las ideas más poderosas jamás desarrolladas por una mente humana: la evolución. Como un ácido que todo lo corroe, la evolución es capaz de explicar toda suerte de fenómenos naturales, desde la creación del universo hasta la mente humana, sin necesidad de recurrir a intervenciones divinas o a un “diseñador inteligente” encargado de poner en marcha la relojería del cosmos.The God Delusion, el polémico texto de Dawkins, utiliza la evolución darwiniana para concluir que, “casi con certeza, dios no existe”.
Fernando Vallejo no es un filósofo ni un científico, sino un ensayista literario que, apelando a la más pura tradición jacobina de América Latina, convierte al insulto en una de las bellas artes: “La puta, la gran puta, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el Índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que saqueó Constantinopla y bañó de sangre Jerusalén; la que exterminó a albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas…”.
Para Ayaan Hirsi Ali, “La única posición que me deja sin disonancias cognitivas es el ateísmo. No es un credo. La muerte es inevitable y reemplaza a la vez a las sirenas del paraíso y a las amenazas del infierno. La vida en esta tierra, con todo su misterio y su belleza y su dolor, debe ser vivida intensamente: caemos y nos levantamos, estamos tristes, confiados, inseguros, sentimos soledad y alegría y amor. No hay nada más; pero yo no quiero nada más”
Como escribe Daniel Dennett en otra obra imprescindible, Darwin’s Dangerous Idea (1995), (La peligrosa idea de Darwin, Círculo de lectores, 1999) el naturalista británico concibió una de las ideas más poderosas jamás desarrolladas por una mente humana: la evolución. Como un ácido que todo lo corroe, la evolución es capaz de explicar toda suerte de fenómenos naturales, desde la creación del universo hasta la mente humana, sin necesidad de recurrir a intervenciones divinas o a un “diseñador inteligente” encargado de poner en marcha la relojería del cosmos.The God Delusion, el polémico texto de Dawkins, utiliza la evolución darwiniana para concluir que, “casi con certeza, dios no existe”.
Fernando Vallejo no es un filósofo ni un científico, sino un ensayista literario que, apelando a la más pura tradición jacobina de América Latina, convierte al insulto en una de las bellas artes: “La puta, la gran puta, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el Índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que saqueó Constantinopla y bañó de sangre Jerusalén; la que exterminó a albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas…”.
Para Ayaan Hirsi Ali, “La única posición que me deja sin disonancias cognitivas es el ateísmo. No es un credo. La muerte es inevitable y reemplaza a la vez a las sirenas del paraíso y a las amenazas del infierno. La vida en esta tierra, con todo su misterio y su belleza y su dolor, debe ser vivida intensamente: caemos y nos levantamos, estamos tristes, confiados, inseguros, sentimos soledad y alegría y amor. No hay nada más; pero yo no quiero nada más”
sábado, 23 de agosto de 2014
Niños que huyen
Por Sandra Russo
En esa dimensión cultural que todavía llevamos incrustada en el sentido común, la de Estados Unidos sigue siendo una democracia ejemplarmente asociada a la idea de libertad. Pero hay datos duros de la realidad que ofrece un múltiple menú de problemáticas en las que se transparenta una decadencia global de “lo norteamericano”.
En una nota publicada esta semana en el diario mexicano La Jornada, Angel Guerra Cabrera comentaba las protestas de Missouri. por “causas conocidas hace tiempo por los que no nos creemos el cuento de la democracia estadounidense”. Un trazo grueso: en Ferguson, dos tercios de la población es negra, pero más del 95 por ciento de las fuerzas policiales están integradas por blancos; el alcalde es blanco; cinco de los seis concejales de la ciudad son blancos, además de que también son blancos los siete miembros de la Junta de Educación local. Otro trazo grueso: en 1997, una ley del Pentágono autorizó a las fuerzas armadas a pasar personal “sobrante” a las policías locales. Muchos pueblos del interior profundo de Estados Unidos son patrullados por hombres pertrechados y tanquetas de las que se pueden ver en Afganistán.
A principios de agosto, el norteamericano Tom Hayden escribió otra nota titulada “Hijos de las guerras”. Allí desplegaba información sobre la crisis de los menores inmigrantes, un tema enorme, complejo, increíblemente invisibilizado por los grandes medios. Las autoridades migratorias hablan de “militarizar” la frontera con México, donde decenas de miles de niños menores de edad, provenientes de países latinoamericanos en guerras no convencionales, esperan la deportación.
Esta es probablemente la crisis humanitaria más sigilosa de la historia.Desde hace meses, decenas de miles de niños centroamericanos huyen solos hacia la frontera norteamericana, atraviesan de diversas formas el territorio mexicano, y cuando llegan son capturados y encerrados en enormes galpones, donde se apiñan y esperan una decisión sobre sus destinos.
Hayden toma nota de la doble vara entre la recepción de niños cubanos en otras décadas –la CIA llegó a montar la Operación Peter Pan, una atroz acción psicológica que hizo creer a muchos padres cubanos que la revolución les quitaría la patria potestad y enviaría a sus niños a hacer trabajos forzados a la Unión Soviética; miles se lo creyeron–, a quienes la democracia norteamericana les abría los brazos para salvarlos del comunismo.
Ahora, a esta generación de niños que logran filtrarse por sus fronteras después de atravesar quién sabe qué infiernos, Estados Unidos no les da la bienvenida, esos 52 mil retenidos en la frontera de lo que hablan es del estruendoso fracaso de las políticas que, a instancias de Washington y bajo su propia concepción de los problemas latinoamericanos, tomaron en los últimos tiempos los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador.
Los contribuyentes norteamericanos estaban orgullosos de arrebatarle niños al comunismo; los contribuyentes actuales enfervorizan sus diatribas contra tener que hacerse cargo de esos niños. Siempre que se produce una corriente migratoria desesperada, como no puede serlo de otra manera el hecho de que miles y miles de niños sin hogar ni futuro en sus propios países marchen en masa hacia esa frontera, lo primero que habría que preguntarse es: ¿de qué huyen?
Muchos huyen de las pandillas, de las maras vinculadas con el narcotráfico, sobre todo los de El Salvador. Con un entretejido social devastado después de la intervención militar norteamericana en los ’80 –que dejó 75 mil muertos–, una generación creció sin padres, ni casa, ni educación, ni trabajo. Fue la primera generación que intentó emigrar a Estados Unidos, que primero los alentó a hacerlo. Pero miles de ellos fueron arrestados masivamente en Los Angeles y deportados nuevamente a El Salvador.
Habitantes de un país invivible y echados de otro país que manejaba los hilos, ésos fueron los primeros integrantes de las maras: los niños que crecieron en un país en el que el neoliberalismo había roto todas las redes de contención imaginables. Los niños que huyen ahora, más de una década después, probablemente estén intentando escapar de un destino cantado, que es el del delito al que ellos mismos serán obligados y del balazo en la nuca asegurado antes de llegar a los 30.
En Guatemala, también bajo el gobierno de Reagan, con la participación de su embajada y el apoyo de grupos católicos de ultraderecha, también se llevó a cabo una masacre que eliminó a unos 20 mil indígenas. Después, Clinton pidió disculpas, pero los muertos no resucitaron. De aquella época data el surgimiento de un enorme sector de huérfanos, cuyos hijos, ahora, son los que quieren sacar la cabeza.
Y en Honduras, como se recordará, en 2009 hubo un golpe de Estado y transcurrió silenciosamente la última masacre contra miles de campesinos y más de un centenar de periodistas por cuyos derechos ninguna organización vistosa del rubro reclamó. Miles de niños se quedaron solos. Esos son los que intentan escapar ahora.
El presidente Barack Obama, en tanto, a pesar de toda su aparente buena voluntad en materia de derechos, como el de la salud pública o las leyes migratorias, permanece encorsetado en un sistema de valores, en una cultura política que le lima día a día el poder. Es el poder político, en todo su significado: El Pentágono y el Departamento del Tesoro hacen lo suyo mientras, en el Congreso, los republicanos frenan una y otra vez las iniciativas presidenciales que fueron promesas de campaña y en consecuencia una obligación política de un presidente cuyo Nobel de la Paz licuó el significado de la paz.
No hay paz si no se respeta a los niños. A los de Honduras, los de Guatemala, los de El Salvador, los de Gaza, los de Costa de Marfil, los de Camerún, los de Eritrea, los de Sudán, los de Missouri. Son los niños y los jóvenes, hoy, en el mundo global, los más desguarnecidos, las generaciones abortadas antes de despuntar la adolescencia. Escapan de Centroamérica, escapan del Africa subsahariana, escapan de los lugares periféricos en los que el poder global dominante, en complicidad con pequeños sectores locales beneficiarios de cualquier desgracia, han destruido, antes que ninguna otra cosa, la política.
En toda esa parte del mundo, regida por lo que dicta Washington, cebada por la venta de armas, acechada por guerrillas confesionales, por pandillas sanguinarias, por reacciones fundamentalistas, los niños que escapan están diciendo que no tienen futuro, y lo están diciendo literalmente. Escapan para sobrevivir, y en ese caso deberían ser refugiados, no deportados. Pero serán devueltos. Si las vidas de esos niños no le interesan a nadie, de qué paz, de qué libertad, de qué valores algunos tienen el impudor de seguir hablando.
Extractado de: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-253621-2014-08-23.html
viernes, 11 de julio de 2014
Cuba forever
La revista TODOPIRQUE,
en su Comentario internacional*, entrega una visión del proceso social,
educacional, político y económico de Cuba en verdad incomprensible: por una
parte señala que la educación es pública, gratuita y cubre todo el país, que no
existe cesantía, que su sistema de salud es uno de los mejores de América
Latina… y le faltó señalar que la delincuencia no es un problema social,
que no existe mendicidad, ni niños aspirando neopreno, ni ancianos olvidados y
abusados en las casas de reposo y que, a pesar de todo, los cubanos son alegres como pocos ciudadanos del mundo,
con una simpatía que va más allá de sus privaciones.
Sabemos que la salud, de acuerdo con los criterios de la OMS, depende más de las condiciones socioeconómicas que de los sistemas de atención de salud. Estas solas consideraciones bastan para colegir que en Cuba no hay desnutrición, es decir, que están cubiertas las necesidades básicas de toda la población, lo que faltan son artículos suntuarios para sectores privilegiados, por la sencilla razón de que tales grupos no existen.
El modelo educativo cubano no es marxista, porque el marxismo nunca ha elaborado una pedagogía propia. El modelo educativo cubano es martiano, fue José Martí el creador de la pedagogía de estudio/trabajo, que ha permitido a los estudiantes cubanos un desarrollo integral, alejado de las drogas, del alcohol, amantes del deporte, porque su trabajo no es de explotación, sino formativo en la colaboración. Las Escuelas de Iniciación Deportiva, (EIDE) Musical, (EIM) Militar (Camilo Cienfuegos) y de preparación a los estudios superiores (Carlos Marx) son ejemplos a imitar y no a descalificar gratuitamente. Vemos los resultados y no nos preguntamos cómo se han logrado: el entrenador de Tomás González es un cubano.
Después de la histórica polémica que mantuviera Martí con Andrés Bello, quien propugnaba y logró consolidar en Chile un modelo de formación escolástica, despegado de la realidad, con “la letra entrando con sangre”, que en estos días demuestra finalmente sus resultados, con modelos educativos dispersos, mercantilistas, discriminadores y eternizadores de la desigualdad social, que nace de la educación segmentada según la capacidad económica familiar, es bueno tener una mirada en perspectiva, para no denostar una educación diferente, supuestamente marxista, con una connotación peyorativa sin asidero real.
Aun aceptando la presunción de una pedagogía marxista, tal parece que esta metodología es capaz, también, de formar médicos, enfermeras, arquitectos, ingenieros de todo tipo, escritores, poetas, educadores que, según los indicadores de la Organización Mundial de la Salud, de la Unicef, de Naciones Unidas y de otros organismos internacionales que no pueden ser acusados de marxistas, logran indicadores de excelencia en sus respectivas disciplinas. ¿Quién de nosotros no sabe, de fuente directa, de la enorme cantidad de médicos cubanos que se desempeña en Chile en los puestos de trabajo que los médicos chilenos no quieren ocupar?
Marx fue un filósofo, sociólogo, economista e historiador, en suma un humanista de altísimo nivel que fue capaz, en 1848, en el Manifiesto Comunista, de describir con una precisión absoluta el proceso de globalización en el que estamos sumidos en la actualidad. Su enorme obra intelectual es reconocida en el mundo académico de las ciencias sociales, que puede distinguir con facilidad su aporte teórico, de los vaivenes de la política contingente. Así lo aprendí en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Acusarlo políticamente sería equivalente a acusar a Nietzsche o a Kelsen del Holocausto judío, porque hablaron de razas puras o de la amoralidad de la ley.
El pensamiento marxista usa la dialéctica idealista de Hegel, no teme reconocer la excelencia del contrario, pero pone la mirada en la realidad y no en el mundo de las ideas y solamente por ello hablamos de materialismo dialéctico. Es por eso que se dice que Marx puso de cabeza a Hegel. Poner el intelecto en función de los problemas sociales: reconocer la existencia de clases discriminadas, desmontar los mecanismos que causan la desigualdad, mostrar los caminos para que la humanidad llegue a ser realmente humanidad, no admite críticas de ninguna especie. Es la teoría que Cuba ha aplicado, y los resultados concretos están a la vista, lo demás son interpretaciones, prejuicios, presunciones o discriminaciones arbitrarias que habría que probar.
Hay que pensar que la población de Cuba es similar a la nuestra, y es impensable que los problemas de país puedan solucionarse con barquitos de ayuda, porque el desarrollo no está en los bienes de consumo sino en la educación, la cultura, el desarrollo científico, la industria, el compromiso social, el respeto y el cuidado del desvalido, que no se transporta, porque nace, crece y se desarrolla en el terruño, como lo ha hecho Cuba.
La filosofía nuestra de la limosna, de las teletones, de los coaniquenes, de las rifas de beneficencia, es expresión neta de la incapacidad del Estado para resolver problemas acuciantes que son de su responsabilidad, y no sirve para la exportación, menos a Cuba, donde si hay algo que se ha mantenido incólume, ha sido el orgullo por la cubanía, única explicación de su resistencia a pesar de bloqueos, descalificaciones y menosprecios que, algún día, tendrán que cesar.
No tengo por qué dudar de la buena fe del autor del comentario y se agradece su objetividad con los datos objetivos, pero hay que reconocer que de Cuba se sabe muy poco, y mi intención no es otra que la de dar a conocer lo que aprendí a querer, en once años vividos en esa isla maravillosa.
Sabemos que la salud, de acuerdo con los criterios de la OMS, depende más de las condiciones socioeconómicas que de los sistemas de atención de salud. Estas solas consideraciones bastan para colegir que en Cuba no hay desnutrición, es decir, que están cubiertas las necesidades básicas de toda la población, lo que faltan son artículos suntuarios para sectores privilegiados, por la sencilla razón de que tales grupos no existen.
El modelo educativo cubano no es marxista, porque el marxismo nunca ha elaborado una pedagogía propia. El modelo educativo cubano es martiano, fue José Martí el creador de la pedagogía de estudio/trabajo, que ha permitido a los estudiantes cubanos un desarrollo integral, alejado de las drogas, del alcohol, amantes del deporte, porque su trabajo no es de explotación, sino formativo en la colaboración. Las Escuelas de Iniciación Deportiva, (EIDE) Musical, (EIM) Militar (Camilo Cienfuegos) y de preparación a los estudios superiores (Carlos Marx) son ejemplos a imitar y no a descalificar gratuitamente. Vemos los resultados y no nos preguntamos cómo se han logrado: el entrenador de Tomás González es un cubano.
Después de la histórica polémica que mantuviera Martí con Andrés Bello, quien propugnaba y logró consolidar en Chile un modelo de formación escolástica, despegado de la realidad, con “la letra entrando con sangre”, que en estos días demuestra finalmente sus resultados, con modelos educativos dispersos, mercantilistas, discriminadores y eternizadores de la desigualdad social, que nace de la educación segmentada según la capacidad económica familiar, es bueno tener una mirada en perspectiva, para no denostar una educación diferente, supuestamente marxista, con una connotación peyorativa sin asidero real.
Aun aceptando la presunción de una pedagogía marxista, tal parece que esta metodología es capaz, también, de formar médicos, enfermeras, arquitectos, ingenieros de todo tipo, escritores, poetas, educadores que, según los indicadores de la Organización Mundial de la Salud, de la Unicef, de Naciones Unidas y de otros organismos internacionales que no pueden ser acusados de marxistas, logran indicadores de excelencia en sus respectivas disciplinas. ¿Quién de nosotros no sabe, de fuente directa, de la enorme cantidad de médicos cubanos que se desempeña en Chile en los puestos de trabajo que los médicos chilenos no quieren ocupar?
Marx fue un filósofo, sociólogo, economista e historiador, en suma un humanista de altísimo nivel que fue capaz, en 1848, en el Manifiesto Comunista, de describir con una precisión absoluta el proceso de globalización en el que estamos sumidos en la actualidad. Su enorme obra intelectual es reconocida en el mundo académico de las ciencias sociales, que puede distinguir con facilidad su aporte teórico, de los vaivenes de la política contingente. Así lo aprendí en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Acusarlo políticamente sería equivalente a acusar a Nietzsche o a Kelsen del Holocausto judío, porque hablaron de razas puras o de la amoralidad de la ley.
El pensamiento marxista usa la dialéctica idealista de Hegel, no teme reconocer la excelencia del contrario, pero pone la mirada en la realidad y no en el mundo de las ideas y solamente por ello hablamos de materialismo dialéctico. Es por eso que se dice que Marx puso de cabeza a Hegel. Poner el intelecto en función de los problemas sociales: reconocer la existencia de clases discriminadas, desmontar los mecanismos que causan la desigualdad, mostrar los caminos para que la humanidad llegue a ser realmente humanidad, no admite críticas de ninguna especie. Es la teoría que Cuba ha aplicado, y los resultados concretos están a la vista, lo demás son interpretaciones, prejuicios, presunciones o discriminaciones arbitrarias que habría que probar.
Hay que pensar que la población de Cuba es similar a la nuestra, y es impensable que los problemas de país puedan solucionarse con barquitos de ayuda, porque el desarrollo no está en los bienes de consumo sino en la educación, la cultura, el desarrollo científico, la industria, el compromiso social, el respeto y el cuidado del desvalido, que no se transporta, porque nace, crece y se desarrolla en el terruño, como lo ha hecho Cuba.
La filosofía nuestra de la limosna, de las teletones, de los coaniquenes, de las rifas de beneficencia, es expresión neta de la incapacidad del Estado para resolver problemas acuciantes que son de su responsabilidad, y no sirve para la exportación, menos a Cuba, donde si hay algo que se ha mantenido incólume, ha sido el orgullo por la cubanía, única explicación de su resistencia a pesar de bloqueos, descalificaciones y menosprecios que, algún día, tendrán que cesar.
No tengo por qué dudar de la buena fe del autor del comentario y se agradece su objetividad con los datos objetivos, pero hay que reconocer que de Cuba se sabe muy poco, y mi intención no es otra que la de dar a conocer lo que aprendí a querer, en once años vividos en esa isla maravillosa.
* Embarques de esperanza.
Revista TODOPIRQUE. Año XVI. Ed. 182, Agosto 2012, p 28
PD: Naturalmente, nunca publicado.
PD: Naturalmente, nunca publicado.
sábado, 28 de junio de 2014
Secos para el futbol
“Esta Copa de mierda nos arruinó. Quedó toda esa ‘resaca’ de uruguayos, chilenos, colombianos, argentinos, no sé de dónde. No pagan nada, están ‘secos’, no tienen un real, lloran por todo, quieren todo gratis.”
(De una prostituta de Copacabana a la agencia DPA sobre los efectos para su negocio del avance de las selecciones latinoamericanas en el Mundial.)
domingo, 22 de junio de 2014
Por qué renuncié al Partido Comunista.
“El error de la democracia representativa ya lo resumió Rosa Luxemburgo cuando dijo que el partido sustituye a la sociedad, el comité central sustituye al partido y el secretario general sustituye al comité central. Y a la democracia participativa le ocurre como a las olas con el mar: solamente existe cuando hay viento, capaz de tomar decisiones en niveles bajos de complejidad.”
Queridos amigos y compañeros:
Con estas
primeras palabras, oficiales en mi condición de candidato a diputado, quiero compartir con
ustedes un pensamiento muy personal y un
sentimiento muy íntimo. Con profunda emoción, comparto esta tribuna y esta
candidatura con la querídisima compañera
Gladys Marín, una militante
comunista con una trayectoria política y personal intachable, marcada
por una firmeza ideológica, una consecuencia
y una valentía difíciles de
imitar. Pero los caminos de la vida se entrecruzan y nos llevan a encrucijadas
no previstas, a desafíos cada vez mayores.
Este es uno de ellos y lo asumo
como el más difícil que me ha tocado enfrentar en toda mi vida. Asumo
este desafío con la garantía de tener un modelo a seguir, con la tranquilidad
de saber lo que hay que hacer y con
la natural intranquilidad de no saber si podré
hacerlo a la altura requerida.
Enfrentar esta tarea significa dar
un salto de calidad, subir un gran escalón
y asumir responsabilidades cada vez mayores en un campo nuevo, más amplio
y más complejo que los anteriores. Pero
no enfrentamos este desafío desarmados, lo hacemos con las armas que hemos ido perfeccionando
durante muchos años. Probando fuerzas en otros desafíos, hemos recibido muchas
lecciones, hemos acertado y nos hemos equivocado, y alegrándonos por los triunfos o reconociendo nuestros errores, hemos igualmente aprendido.
Con una visión social que ha dejado
atrás los intereses egoístas y los
enfoques estrechos que alguna vez pudimos haber tenido, pero por sobre todo con el convencimiento de que nada es posible
sin la participación, sin el trabajo en
equipo y sin el compromiso ideológico, hemos alcanzado la certeza de saber que no hay nada más gratificante que el
trabajo social, porque no hay nada más importante que la gente, sus
anhelos, sus problemas, es decir
nosotros, nuestros anhelos, nuestros problemas. Solamente trabajando juntos
podremos resolverlos, para los
comunistas no existe contradicción alguna entre los intereses personales y el
interés colectivo.
Por eso nos alegra y nos estimula el
resultado del Plebiscito recién realizado en el Hospital Félix Bulnes Cerda,
porque, a pesar de ser una primera experiencia de participación directa, más de
mil vecinos y casi cuatrocientos
funcionarios entregaron su voto en pro de la salud y en rechazo a las políticas
inhumanas aplicadas por el Gobierno.
No
de otra forma puede calificarse el maltrato evidente a nuestros pacientes, a
pesar del esfuerzo abnegado y las jornadas agotadoras de los funcionarios
tratando de suplir las carencias, también evidentes, de los recursos mínimos
requeridos. Solamente 47 votantes
aprobaron las políticas del Gobierno.
Desde
aquí, públicamente, queremos reconocer el doble mérito de los funcionarios de
nuestro Hospital que votaron, poniendo en riesgo sus remuneraciones y su propio
empleo, porque la legislación actual así lo permite. De la misma forma queremos
decirle, a quienes no votaron, que no
tenemos crítica, que entendemos la
presión innoble a la que han sido sometidos. Tenemos plena conciencia de que
estos resultados, por más favorables que sean, no nos dan poder resolutivo,
pero este resultado es una advertencia clarísima al Gobierno del rechazo masivo
que están generando sus políticas laborales y de salud.
Anoche escuchaba a un dirigente
poblacional de San Bernardo explicando a los concejales las diferencias entre
un Cabildo y un Plebiscito, refiriéndose
al problema de la grave contaminación producida por el incendio de una
industria química del sector. Nosotros no hemos tenido ese problema, realizamos
el Cabildo y además el Plebiscito,
y por una razón muy simple: porque el
Cabildo es información y socialización del problema y el Plebiscito es la
posibilidad de expresar una opinión informada. Ambos eventos resumen entonces
lo esencial de la democracia sin apellidos, que no es más que la libre
expresión de los ciudadanos, independientemente de posiciones políticas,
ideológicas o de cualquier otro origen, porque estos problemas nos afectan a
todos, sin excepción de ninguna especie.
Ni siquiera quienes, por su poder económico, se sienten ajenos, están
libres de la contaminación, de la meningitis meningocócica, del SIDA, de la
droga y de tantos otros males que acechan a esta sociedad.
Recientemente, la Organización
Panamericana de la Salud ha insistido en un viejo concepto: la inequidad es la
clave en los males de la salud. Y nosotros
ampliamos este concepto: la inequidad es la clave de todos los males sociales, es la causante directa de la falta de oportunidades de todo tipo, educacionales,
culturales, laborales, recreacionales, etc., todo lo cual redunda en la falta
de participación real de la gente en la
solución de sus propios problemas. Esta inequidad no es un hecho espontáneo ni una condición temporal, propia de un
determinado período. Es una política, diseñada e implementada por los grupos de
poder para conseguir esos objetivos de manera permanente, para impedir que las grandes mayorías tengan acceso al
poder que ellos detentan.
Y así vemos como este país, con
importantes niveles de crecimiento económico, no solamente no logra
reducir la brecha entre ricos y pobres, sino que la profundiza, no logra poner estos avances al
servicio de quienes realmente los generan, los trabajadores, ni de quienes
realmente los necesitan: los niños, los
jóvenes, los ancianos, los discapacitados, los eternos discriminados de esta
sociedad marcada por el consumismo egoísta y ciego, una sociedad que
se ahoga en sus propios desperdicios.
Revertir esta situación actual es
extraordinariamente difícil, pero no
imposible. Los comunistas nos
atrevemos a creer, y creemos
para crear y para crecer. Tenemos a nuestro favor, la
fuerza de las ideas, la fuerza de nuestra concepciones humanistas, la fuerza de
las mayorías, la fuerza de la unidad que las propias políticas antidemocráticas
del Gobierno han ido generando. Este
es nuestro capital, creamos en él para poder crear relaciones más humanas
y más solidarias, para crecer como personas y como sociedad.
Para nadie es ya un misterio que el
"temporerismo", que nació en el trabajo agrícola, está afectando a toda la clase trabajadora, incluida la
técnica y profesional. Profesores, médicos del sistema primario y hospitalario,
académicos universitarios, trabajadores de Obras Públicas entre muchos otros, identifican
este grave peligro en el eufemismo de la
" gestión flexible del recurso
humano " que aplica el
Gobierno, y en la insistencia de no "
colegislar ", que no es otra cosa que el no discutir los proyectos de Ley
con los trabajadores. Las leyes van así directamente del Gobierno al
Parlamento en un lenguaje que sólo se
aclara cuando la ley se aplica y demuestra, en la práctica y descarnadamente, su carácter antidemocrático. De
allí la importancia de estar en el
Parlamento, de participar en la discusión y en la aprobación de leyes que realmente impongan la justicia y
la equidad perdidas.
Tenemos por delante, con todas las
limitaciones que implica el sistema binominal y la coartación de las libertades
que genera la propaganda masiva, la
posibilidad real de alcanzar mayores
niveles de expresión y de decisión.
En este sentido, la propuesta del
Partido Comunista es una base firme y clara.
La exigencia de una mejor
distribución del ingreso, la reforma de las
leyes laborales y del sistema
eleccionario, además de las exigencias
de verdad y de justicia fueron, en su momento, una propuesta nacional por la que votó la gran mayoría de este país,
puesto que estaban contenidas en el Programa de la Concertación. Propuesta
demagógica que el propio Ministro del
Interior se ha encargado
de aclarar, más
allá de toda
duda, al declarar
que existían “victorias amargas y
derrotas dulces“, al referirse al rechazo de la oposición a eliminar
los senadores designados. ¡Cómo no va a ser una derrota dulce, si les permite seguir incumpliendo los
compromisos de su propio Programa !?
Tal como históricamente ha quedado
demostrado, la agudización de los procesos sociales ha ido separando las aguas
de los grupos en conflicto. No puede caber duda alguna que el gobierno ha decidido por la opción de
la derecha. Sus políticas económicas lo venían demostrando cada vez con mayor
claridad y sus recientes decisiones de política electoral no dejan lugar alguno
a la incertidumbre.
En este marco nos toca actuar, un
marco desfavorable en muchos aspectos, pero
muy favorable en otros, puesto que el Partido está hablando el lenguaje de la
gente, está siendo la voz pública de sus exigencias y está mostrando el
camino a seguir para revertir la situación actual de inquietud social y de represión del gobierno.
Es nuestra responsabilidad que este
enfrentamiento pueda resolverse mediante el trabajo de masas, mediante la presión social organizada, propositiva y orientada con claridad a responder a las urgentes necesidades de la
población, a impedir que la represión llegue a cobrar víctimas inocentes
en quienes no hacen otra cosa que luchar
por mejores condiciones de vida.
Los candidatos del Partido Comunista
ofrecemos la garantía de nuestras historias personales y la
historia del propio Partido al que nadie, ni sus peores enemigos, han podido
acusar nunca de falta de compromiso social, de corrupción ni de aprovechamiento
ilícito. La limpieza del Partido Comunista no
está escrita en las paredes de una
contienda electoral, está escrita en su historia de constante compromiso con la
clase trabajadora, con los pobres, con los desposeídos.
Compañeros y amigos:
La palabra clave es la
participación. Nada puede lograr un dirigente
si no recoge la esencia de los problemas que afligen a la sociedad y
nada puede lograrse si la comunidad no actúa en consecuencia. Nadie vendrá de
afuera a solucionar nuestros problemas, somos nosotros mismos quienes deberemos
resolverlos. Repitamos, una y mil veces
si es necesario, cabildos y plebiscitos hasta lograr el país que queremos,
un país justo, solidario, respetuoso de las diferencias pero incansable en la
búsqueda de la unidad en torno a los problemas reales. No aceptemos que nos
dividan, la tarea futura es enorme y no queda otro camino que caminar juntos
para enfrentarla.
Ese es
nuestro compromiso, muchas gracias.
domingo, 15 de junio de 2014
La pizza es una ideología
–Oíme bien, Roque. Te voy a hablar con la sabiduría que dan los
años. La pizza, la verdadera pizza, se hace con masa gruesa, mucha muzzarella y
mucho picante, como un chimichurri. Tiene que ser grasienta. Se tiene que pedir
en el mostrador y hay que comerla de parado, sosteniéndola con papel. Si seguís
con ese producto, como hizo tu padre, nunca te van a faltar clientes. Además,
no se trata solamente de guita, Roque. Aunque no lo creas, yo leí a don Antonio
Gramsci. No me mirés con esa cara de bruto. No, no tenía pizzería. Pero tenía
ideas. Y a las ideas, cuando se juntaban, les decía ideología. ¿Agarrás, pibe?
Ideología. Grabate esto: la pizza de masa gruesa es una ideología. La de masa
fina, otra. ¿Vos viste en lo que se está convirtiendo el mundo? Todo es flaco.
Las minas son flacas. Los tipos son flacos. Todo es dietético. Nada tiene
cuerpo, espesuridad. Todo es liguet.
–Creo que se dice lait, viejo.
–Es lo mismo. Lait, liguet, la misma mierda. Y eso me atrevería a
decirte que empezó con la pizza. Acordate: primero te adelgazan la pizza,
después te adelgazan a vos, después te tiran por el inodoro. El mundo que yo
viví fue asesinado por la pizza a la piedra. La pizza de masa gruesa murió
víctima del Imperio de la Flaquedad. Ahora, hijo mío, hasta le ponen pasto a la
pizza.
-Albahaca, viejo.
-Albahaca, camarones, pulpitos, pepinos, tomates, lechuga,
zanahoria, rúcula. Eso no es una pizza, pibe. Es una huerta con algunos
bichitos de mar despistados. Vos seguí mi ideología: la única pizza verdadera
es la de masa gruesa, muzzarella que se desborda, mucho aceite y punto. Cuando
entrás a un lugar y te traen un menú con treinta y cuatro variedades de pizza,
rajá. Es un antro de gente moderna. O sea, de putitas finas, de trolos de alta
costura y de políticos afanancios.
–¿Qué?
–Afanancios. Chorros, pibe. ¿Vos nunca leíste Afanancio en el Rico
Tipo? Lo dibujaba Mazzone. Qué tiempos, Roque. A una gorda le decían Pochita
Morfoni. A un avivado, Avivato. A un falluto, Falluteli. A un preso que se
fugaba, Piantadino. A un tano, Don Nicola. Imaginate. Se hablaba con la verdad.
Con la verdad y hasta te diría: con poesía. Decime, ¿no es poético decirle
Langostino a un navegante aventurero?
Al lector: Este sabroso texto –¿o no es sabrosa la pizza de masa
gruesa con mucha muzzarella?– pertenece a la nouvelle: Grandeza y decadencia de
Roque, el pizzero, que integra el libro Un diamante para el Don, cuentos y
nouvelles, que publicará próximamente Planeta. JPF.
sábado, 14 de junio de 2014
Papa marxista
En declaraciones del papa Francisco con un marcado tinte crítico
hacia el poder económico mundial, el pontífice alertó también acerca de los
peligros de “una globalización mal entendida que anula las diferencias”, frente
a una globalización bien entendida que genere riqueza. “Todos unidos, pero cada
cual conservando su particularidad, su riqueza, su identidad, y esto no se da”,
aseguró.
En 1848, el
Manifiesto del Partido Comunista, de Carlos Marx y Federico Engels, advertía:
"Mediante la explotación del mercado mundial,
la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de
todos los países. En lugar del antiguo aislamiento y la autarquía de las
regiones y naciones, se establece un intercambio universal, una
interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la
producción material, como a la intelectual. La producción intelectual de una
nación se convierte en patrimonio común de todas… de las numerosas literaturas nacionales y
locales se forma una literatura universal."
En 1867, “El
Capital” de Carl Marx[1] advertía:
“Los dueños del capital estimularán a la clase
trabajadora para que compren más y más bienes de consumo, viviendas y
tecnología, haciéndoles deber cada vez más, hasta que su deuda se vuelva
insoportable. La renuncia al pago de la deuda llevará a los bancos a la
bancarrota, por lo que tendrán que ser nacionalizados y el Estado dirigir la
economía.”
Si el Papa Francisco lo dijo porque
leyó a Marx, lo que es altamente probable, demuestra una humildad intelectual
admirable; si lo dijo porque simplemente lo pensó, entonces su capacidad de comprensión del mundo es también
admirable, comparable a la de Marx
[1] Karl
Marx: filósofo, historiador, sociólogo, economista, escritor y
pensador socialista alemán, fundador del Comunismo
jueves, 5 de junio de 2014
Medias naranjas no me quedan...
La cultura en Occidente ha sostenido durante siglos la
ilusión del “alma gemela”, la “media naranja” que completaría a la mujer o al hombre,
pero “los hechos la refutan una y otra vez –advierte la autora–: quienes hablan
del amor no dejan de referirse a la desdicha, los encuentros son seguidos por
desencuentros”. Aunque “quizá pueda emerger un nuevo amor más advertido de la
no relación que está en su base”.
Por Silvia Ons *
“No hay relación sexual” es una afirmación de Lacan, célebre
ya, y que en su momento causa escándalo y da lugar a numerosas réplicas: “¡Pero
claro que hay, si es evidente!”. ¿Cómo es posible que alguien tenga la osadía
de desmentir este hecho tan certero? Pero Lacan no niega con tal aforismo el
acto sexual, sino una relación que pueda escribirse: entre el hombre y la
mujer, nada está inscripto de antemano, no hay brújula preestablecida. El
acercamiento entre los sexos no está programado como el del óvulo con el
espermatozoide. Todo encuentro trae aparejado un desencuentro estructural, dado
por la heterogeneidad entre el goce de uno y el del otro. No hay “media
naranja”.
El mito del andrógino –ser que es dividido y luego busca en
el mundo la unidad que le falta– atraviesa la cultura occidental y sella cada
una de las ilusiones amorosas. La idea de un alma gemela, la media naranja, el
príncipe azul, la mujer ideal, el hombre perfecto, son las maneras en que el mito
pervive después de tantos siglos. Los hechos lo refutan una y otra vez; quienes
hablan del amor no dejan de referirse a su desdicha, los encuentros son
seguidos por los desencuentros, los malentendidos inevitables. El amor eterno
lo es en cuanto no se realiza. Lacan dice que, si hay un encuentro serio entre
un hombre y una mujer, se pone en juego la castración. Para Lacan, la
castración no remite solamente –como en Freud– al temor a perder el pene en el
caso del varón o a la desolación por no tenerlo y a la envidia consiguiente en
el caso de la mujer.
La castración es, para Lacan, la inconmensurabilidad
radical entre el goce femenino y el masculino.
Lacan considera que el goce genital masculino está marcado
por la impronta de la tumescencia y detumescencia del pene. Un orden
discontinuo signa ese placer que se consuma al llegar al límite; se trata de un
goce acotado por el órgano.
Prontamente advertimos la diferencia con el goce
femenino: éste es un goce envuelto en su propia continuidad, impreciso e impenetrable,
que hace que la mujer se experimente extraña aun para sí misma. Tal continuidad
hace que la mujer no “acabe” aunque llegue al orgasmo, ya que éste no implica
un corte. El verbo “acabar” expresa la cercanía del orgasmo con el fin y, al
igual que “consumar”, indica que algo se realiza encontrando un límite. Se dice
que la mujer puede ser “multiorgásmica” y con ello se indica que el orgasmo
femenino no implica un cierre, como el del varón. Así, mientras que el hombre
vivencia la experiencia del corte, en la mujer la vivencia es la de la
abertura, que necesita recubrir con palabras de amor: es común la tristeza que
las invade si el compañero no llama al día siguiente. Pero este simple ejemplo
vale para mostrar la disimetría entre los sexos, que no solo se manifiesta en
el acto sexual, sino que, en todo caso, lo ilustra de manera paradigmática.
El goce de cada uno entra en disyunción con el amor y así
constituye su obstáculo más poderoso, su límite, su más cara objeción. Respecto
del amor en su particularidad, el goce del partenaire lo pondrá siempre en
jaque, y acaso en el instante en que en el baile de disfraces los amantes se
sacan las máscaras es cuando emerge su verdadero rostro: él no es él y ella
tampoco. La caída de la idealización es coetánea con la manifestación de esa
cara del otro, extraña a la propia; quizás allí pueda emerger un nuevo amor más
advertido de la no relación que está en su base.
Según concluye Lacan, inevitablemente la relación sexual no
cesa de no escribirse. Y sin embargo, o tal vez por esa dificultad, se ha
escrito tanto y tanto sobre el amor, como si su naturaleza insondable inspirase
una y otra vez a los poetas de todos de los tiempos. “Puesto que con tanto
calor exaltas el poder creador de poeta –declara Johann Wolfgang von Goethe a
Bettina von Arnim–, creo que leerás con placer una serie de poemas que va
aumentando en las horas propicias. Cuando más tarde aparezcan ante ti, verás
que mientras tú estimas necesario reavivar el pasado en mi memoria, yo procuro
elevar a estos dulces recuerdos un monumento.” Pero no sólo escribe cartas el
literato o el filósofo o el célebre, sino también el hombre común. Y hay algo
tan singular y al mismo tiempo tan ordinario en toda correspondencia amorosa
que el propio Borges se reconoce en sus cartas a Estela Canto como un “horrible
prosista”, quizá porque todo enamorado padece de los mismos desvelos.
A tal punto es una experiencia que llama al testimonio de La
Rochefoucauld, quien dice que nadie sabría lo que es el amor si no hubiese en
algún momento escuchado hablar de él. El amor, en definitiva, intenta recubrir
la no relación sobre la que se asienta. El amor se orienta hacia aquel que
pensamos que puede revelarnos nuestra verdad; claro que esa verdad es muy
difícil de soportar, aunque el amor permita imaginar que esta verdad será
amable. Y por ello Jacques-Alain Miller afirma que amamos a aquel o a aquella
que podría responder a la pregunta acerca de quiénes somos.
Por eso, el que ama está en posición de falta; de ahí que el
amor feminice y pueda ser perturbador para muchos hombres. Y así siempre son
ellos quienes se rebelan frente a la famosa frase de Lacan “Amar es dar lo que
no se tiene”, afirmando, por el contrario, que amar es dar lo que se tiene. Lo
que el aforismo indica es que la falta es la que se entrega al otro y que su
valor es diferente de los bienes, regalos y potencia, ya que esa falta implica
reconocer que se necesita al otro.
“Es una histérica”
Cuando Freud descubre los pilares del psicoanálisis –el
inconsciente, la sexualidad, el síntoma, la transferencia– es reenviado al
análisis de su propia sexualidad, de su Edipo. Con la histeria, Freud descubre
el carácter esencial del deseo, su naturaleza insatisfactoria, esa que hace
vacilar al amo y causa la mayoría de las veces irritación. Es común que los
hombres digan de ella que nada le viene bien y que utilicen al respecto frases
conocidas. Es común que el dicho “Es una histérica” tenga una significación
despreciativa: atraer y luego sustraerse, no conformarse nunca, no saciarse
jamás. Freud y Lacan toman con seriedad lo que el vulgo menosprecia y ven que
ese deseo insatisfecho está dirigido a un amo-maestro para que produzca un
saber sobre ese misterio que ella atesora.
Pero hoy en día el saber se consuma en la producción de
objetos tecnológicos, esos gadgets de los que hablaba Lacan. Los imperativos
del mundo actual nos compelen a dar rienda suelta a los impulsos sin tregua y
sin la necesaria pausa que implica el callar. Detengámonos en la rapidez con
que se insta a dar una respuesta inmediata a lo que se pregunta y que es
imposible de explicar en un minuto. Por otro lado, el decir todo se ha
transformado en un deber; los programas televisivos muestran un confesionario
que ha devenido lugar público. La tecnología anula los espacios que estaban
confinados al silencio; lejos ha quedado la muchedumbre silenciosa, que hoy transcurre
acompañada por los infaltables celulares, hablando o enviando mensajes de texto
insustanciales. Así, si en la época de Freud había que liberar al síntoma de su
silencio, hoy hay que llevar el parloteo sin medida a la singularidad de un
decir propio. Esto se debe a que el mercado también estimula el deseo
histérico, que, cuando no tiene detención, conduce al extravío. El
psicoanalista Javier Aramburu, haciendo un juego de palabras, llama a la
histeria del siglo XXI no “de conversión” (síntomas en el cuerpo) sino “de
conversación”.
Es tan obse...
La manera en que los neuróticos obsesivos intentan detener
el tiempo es permanecer en la duda, ya que una decisión siempre implica una
pérdida. Tal escamoteo entraña mirar la vida como desde un palco, rechazando
estar en el escenario del devenir; de ahí que no querer que el tiempo pase,
creerlo eterno, conduzca paradójicamente a la mortificación. Freud hace suya la
frase latina Si vis vitam, para mortem: “Si quieres soportar la vida, prepárate
para la muerte” y, también, “Si quieres vivir la vida, prepárate para la
muerte”; prepararse quiere decir no soslayar la finitud.
Clásicamente, en el intento por preservar el ser de la
finitud se separa el ser del tiempo. El amor y la verdad siempre han tenido la
pretensión de quedar resguardados de los avatares temporales, confinados ellos
al “fuera del tiempo”. No por nada se habla de las “verdades eternas” y los
“amores eternos”. Gilles Deleuze dice que el tiempo pone a la verdad en crisis;
agreguemos que también al amor. La manera de mantenerlos estancos es... no
ponerlos a prueba. Por ello los amores imposibles son los que aspiran a una
eternidad en cuanto no se realizan, pero al mismo tiempo son amores muertos,
coagulados en un eterno presente, fijos en lo que podría haber sido.
* Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Texto
extractado de Todo lo que necesitás saber sobre psicoanálisis, de reciente
aparición (Ed. Paidós).
domingo, 1 de junio de 2014
Moto GP y otras hierbas II
Mientras
mis amigos disfrutaban en el autódromo el vértigo de otros, me dispuse a
recorrer el pueblito-ciudad de Rio Hondo que, efectivamente, tiene un “barrio
alto”, hacia el norte del Microcentro,
con chalets de jardín y rejas y escasa gente en las calles, algo
parecido a nuestra Ñuñoa, sin mansiones ni edificios de departamentos, del Microcentro
al sur hasta el río, la zona más
proletaria, de casitas pareadas, con vecinos instalados con sillas y mesitas en
las aceras, tomando mate y charlando, mientras me miraban con curiosidad.
Lamento no haberme decidido a pedirles compartir un rato con ellos, porque en
ese momento me pareció un abuso, una intrusión en su intimidad, aunque no me
cabe duda alguna que me habrían invitado con gusto. La próxima vez, lo hago,
sin duda alguna.
En mi
deambular, llegué a una plaza dedicada, al parecer, a San Francisco de Asís,
porque aparte de una estatua de un santo que, en mi agnosticismo no pude reconocer, había otras, de gran altura y hechas con
cachureos metálicos, una de ellas
representando a un cura, con hábito y delante de él, un toro que en su torso
mostraba paletas de ventilador, trozos de radiador, en sus ancas, tambores de
freno y en calidad de tendones y músculos, cremalleras con brazos de elevar los
cristales y otras pieza que me entretuve en reconocer, recordando mis sesiones
de mecánica con mi viejo, reparando mis autos antiguos.
Las
estatuas no estaban al centro, sino que en un rincón cerrado de la plaza, y
hacia allí me dirigí, mientras filmaba con mi camarita fotográfica. Noté que
estaba solo en el lugar y, santiaguino al fin, me preocupé de estar alerta, no
descuidando el entorno y, en una de esa miradas hacia atrás, veo que se me
acercan dos personas, una alta, maciza, con la camisa de mangas recortadas en
los hombros y brazos tatuados y la otra,
un individuo pequeño, flaco, de pantalones caídos y una gorra de béisbol roja, calada hasta las orejas.
Caminaban
por uno de los senderos hacia mí, y así como era lógico que yo me encaminara
hacia allí como turista que observa estatuas, era ilógico que ellos, como
vecinos, lo hicieran. Decidí que pasara lo que pasara, que fuera de frente, así
es que me volví y empecé a caminar hacia ellos, por el mismo sendero. No es que
pensara trenzarme en una gresca, una negociación me haría perder solamente mi
viejo Casio, a punto de jubilar, mi Canon barata y doscientos pesos argentinos.
Al
acercarse, mientras mi adrenalina subía
a mil, el más grande pisó el pasto para darme el paso, mientras me saludaban:
Buenos días… ¿Todo en orden?
miércoles, 14 de mayo de 2014
La puta vida
El
pasado, ese espacio que despacio y en silencio, se abandona y se deja morir en
el olvido. El futuro, ese muro que empujamos día a día. La puta vida un margen, un filo, un espacio virtual, un pliegue a desplegar o
mejor, desvirginar. Un pie adelante, el
de invadir, el otro atrás, el de empujar, una mano adelante, penetrar, y la de atrás, la de impedir ser invadido. Vano intento, el pasado soy yo mismo y me empuja hacia el futuro, ese muro pocas
veces transparente, otras veces de
colores que varían expresando mis deseos, casi siempre piedra bruta, sordomuda, insensible a mi vivencia, que me deja sin saber los minutos que me quedan por
vivir. Y así decido por fin, perder el tiempo contigo, mi
futura, mi presente, mi regalo, al
alcance de mis manos.
viernes, 9 de mayo de 2014
Las cosas cercanas
Salgo corriendo del departamento. Tengo quince minutos para llegar a Tribunales. Me pongo la chaqueta sobrecorriendo y dejo encendidas las luces, la radio y el computador, mis acompañantes de estos días.Cuando vuelvo, las luces me esperan encendidas, el computador, cansado de esperarme, se ha dormido y debo despertarlo para seguir trabajando, y la radio... en silencio, vuelve a sonar... como saludándome. Todo en orden, la vida continúa.
jueves, 1 de mayo de 2014
Moto GP y otras hierbas
Me invitaron a viajar a Río Hondo, al norte de Argentina, a la competición anual de velocidad en moto, el Moto GP, o Grand Prix. Soy un aficionado a las motos desde siempre, desde la Vespa que compartíamos con mi hermano mayor para ir a la Universidad y a la costa, luego la Parilla que me prestaba un compañero de Universidad para ir a trabajar a las poblaciones del sur de Santiago, escapando de las clases de Medicina Legal que, con el tiempo, sería mi especialidad. Luego, una Suzuki RG250 y otra GSR400R, que aún tengo en mi poder. Felizmente, mis amigos, el Edu y la Moni, un matrimonio (aún hay gente que se casa) con una hija de siete años, la Espe, habían comprado los tickets antes de invitarme, y no fue posible comprar uno más. Digo felizmente, porque así como me encantan las motos, detesto las competiciones, de cualquier tipo. Será por mi condición de comunista recalcitrante, un apelativo que el Vaticano enrrostró a uno de mis autores predilectos, Saramago, en ocasión de su Premio Nobel de Literatura y que, con la distancia y el enorme respeto que todo eso me merece, lo asumo como propio. Por eso me emociona Benedetti cuando queda cautivado por la carita de tristeza de la candidata de belleza que perdió la competencia y disfruta sus pequeñísimas imperfecciones que la hacen más humana, más cercana.
Así fue que, después de unos milquinientos kilómetros de carretera y de una noche en vela del conductor, de duermevela del copiloto, y del sueño profundo y reparador de las pasajeras del asiento de atrás, llegamos a Río Hondo. Es esta la experiencia que quiero relatar.
Río Hondo, o las Termas de Rio Hondo es un poblado muy particular, es como una ciudad en pequeño, cruzada por una carretera, la RN 9 y también, como se puede sospechar, por un río, hondo, a causa de la represa que no alcancé a conocer, por una razón que se explica "al tiro". Lo primero que llama la atención es la inexistencia de locomoción colectiva, y por ello, te puedes movilizar a pié, en bici, en moto, en auto y en taxi, y mi único medio disponible era el peatonal, porque con el apuro del viaje, llevé pesos chilenos, que no reciben en Rio Hondo, porque no hay casas de cambio, y la mesada que me dió el Edu estaba destinada a una mozarella y una quilmes, en uno de los innumerables locales, boliches y parrillas que denuncian una intensa vida social, mientras ellos sufrían tortícolis viendo pasar, una y otra vez, a Valentino Rossi a trescientos kilómetros por hora. Ví un solo semáforo, apagado, así es que en todas las esquinas del Microcentro, la confluencia de peatones, autos, motos y bicis aparecía, inicialmente algo caótico, y sin embargo todo el mundo se entrecruzaba fluidamente y sin conflictos, sin los pitidos y cuentas regresivas de nuestros modernos semáforos, sin las carreritas y las verónicas de los peatones, sin los acelerones, bocinazos y los "apúrate pus... ctm", tan habituales de nuestra tan inculta idiosincrasia.
Después de mirar un rato, intrigado por esta coordinación, descubrí, en medio de los cruces, una palabra: "respeto", con sus innumerables sinónimos: consideración, empatía, cultura cívica, ejercicio del derecho propio y respeto del ajeno (una ecuación imposible para nuestra cultura de la prepotencia), traducido todo ésto en la más simple, banal y lógica de las conductas: pasa quien empieza a pasar primero, y nadie le disputa ese derecho. Hecha la conclusión, me animé, con cierto recelo santiaguino, a cruzar la calzada al mismo paso que traía en la vereda, respetando sí, al vehículo que ya estaba en el cruce. Nadie aludió a mis canas ni me recordó a mi familia como me sucede tan a menudo cuando, porfiadamente, cruzo con amarilla en las peatonales del centro de Santiago.
Terminé pensando que tal vez por eso nosotros no tenemos competencias internacionales, porque nuestras calles son autódromos. Bien por aquellos que llevan la competencia a lugares cerrados, de asistencia voluntaria.
Lo segundo que llama la atención en esta miniciudad casi de cuento, es la enorme cantidad de motos, que se manejan como bicis, sin casco, relajadamente, manejando con una mano y con la otra fumando, hablando por celular o cargando cajas, bidones, canastos, y con familias enteras en una sola moto, desde tres hasta cinco integrantes... y en una bicimoto. Sorprendente también, dado el uso de las dos ruedas, es que no se vean sidecars,. y alguna razón debe haber, tal vez porque ocupan casi el mismo espacio de un auto, lo que dificulta su desplazamiento, creo yo... Impagable, además, es el espectáculo de una argentina escultural o de una gorda que haría empalidecer a Botero, transitando en moto sin llamar la atención de nadie, sin chiflidos ni piropos de la constru, ni cuchufletas discriminadoras. Notable, realmente notable.
Más me queda por contar, esto por ahora.
Así fue que, después de unos milquinientos kilómetros de carretera y de una noche en vela del conductor, de duermevela del copiloto, y del sueño profundo y reparador de las pasajeras del asiento de atrás, llegamos a Río Hondo. Es esta la experiencia que quiero relatar.
Río Hondo, o las Termas de Rio Hondo es un poblado muy particular, es como una ciudad en pequeño, cruzada por una carretera, la RN 9 y también, como se puede sospechar, por un río, hondo, a causa de la represa que no alcancé a conocer, por una razón que se explica "al tiro". Lo primero que llama la atención es la inexistencia de locomoción colectiva, y por ello, te puedes movilizar a pié, en bici, en moto, en auto y en taxi, y mi único medio disponible era el peatonal, porque con el apuro del viaje, llevé pesos chilenos, que no reciben en Rio Hondo, porque no hay casas de cambio, y la mesada que me dió el Edu estaba destinada a una mozarella y una quilmes, en uno de los innumerables locales, boliches y parrillas que denuncian una intensa vida social, mientras ellos sufrían tortícolis viendo pasar, una y otra vez, a Valentino Rossi a trescientos kilómetros por hora. Ví un solo semáforo, apagado, así es que en todas las esquinas del Microcentro, la confluencia de peatones, autos, motos y bicis aparecía, inicialmente algo caótico, y sin embargo todo el mundo se entrecruzaba fluidamente y sin conflictos, sin los pitidos y cuentas regresivas de nuestros modernos semáforos, sin las carreritas y las verónicas de los peatones, sin los acelerones, bocinazos y los "apúrate pus... ctm", tan habituales de nuestra tan inculta idiosincrasia.
Después de mirar un rato, intrigado por esta coordinación, descubrí, en medio de los cruces, una palabra: "respeto", con sus innumerables sinónimos: consideración, empatía, cultura cívica, ejercicio del derecho propio y respeto del ajeno (una ecuación imposible para nuestra cultura de la prepotencia), traducido todo ésto en la más simple, banal y lógica de las conductas: pasa quien empieza a pasar primero, y nadie le disputa ese derecho. Hecha la conclusión, me animé, con cierto recelo santiaguino, a cruzar la calzada al mismo paso que traía en la vereda, respetando sí, al vehículo que ya estaba en el cruce. Nadie aludió a mis canas ni me recordó a mi familia como me sucede tan a menudo cuando, porfiadamente, cruzo con amarilla en las peatonales del centro de Santiago.
Terminé pensando que tal vez por eso nosotros no tenemos competencias internacionales, porque nuestras calles son autódromos. Bien por aquellos que llevan la competencia a lugares cerrados, de asistencia voluntaria.
Lo segundo que llama la atención en esta miniciudad casi de cuento, es la enorme cantidad de motos, que se manejan como bicis, sin casco, relajadamente, manejando con una mano y con la otra fumando, hablando por celular o cargando cajas, bidones, canastos, y con familias enteras en una sola moto, desde tres hasta cinco integrantes... y en una bicimoto. Sorprendente también, dado el uso de las dos ruedas, es que no se vean sidecars,. y alguna razón debe haber, tal vez porque ocupan casi el mismo espacio de un auto, lo que dificulta su desplazamiento, creo yo... Impagable, además, es el espectáculo de una argentina escultural o de una gorda que haría empalidecer a Botero, transitando en moto sin llamar la atención de nadie, sin chiflidos ni piropos de la constru, ni cuchufletas discriminadoras. Notable, realmente notable.
Más me queda por contar, esto por ahora.
martes, 22 de abril de 2014
Tántalo y Sísifo
Releo, con cierta dificultad, La montaña mágica, de Thomas Mann, intrigado por redescubrir el impacto que tuve en la adolescencia con su lectura. Sus personajes, ahora, me resultan extraños. Settembrini me impresiona lleno de lugares comunes, Hans demasiado infantil y los demás personajes bordeando la caricatura. Insisto, sin embargo, en la lectura de algunas páginas antes de dormir, esperando que el reencantamiento aparezca después de la página 288, pero algo rechina. Mann pone en boca de uno de sus personajes el mito de Sísifo, pero lo atribuye a Tántalo. Dejo pasar el pasaje con una duda sobrepasada por el peso intelectual de Mann pero que finalmente me hace revisar el tema, y efectivamente, las rocas son diferentes, la de Tántalo es una lápida que lo mantiene atrapado en su encierro, la de Sísifo es la que es empujada eternamente cuesta arriba, tal como la describe Mann. Extrañamente, data de fecha contemporánea mi interés por Camus, y el Mito de Sísifo fue uno de sus escritos que releí una y otra vez, interpretándolo como una alegoría de la vida con conciencia de estarla viviendo, con las inseguridades de la juventud y tal vez con el consuelo de saber que la sensación de futilidad también había preocupado a los griegos. Una sensación de futilidad que vuelve, con demasiada frecuencia, con los baches del camino.
Mann no debió equivocarse en algo tan esencial.
O tal vez deba aplicarme. el consejo que más de alguna vez repetí a mis hijos: "Nunca hay que volver a los lugares donde se fue feliz"
Mann no debió equivocarse en algo tan esencial.
O tal vez deba aplicarme. el consejo que más de alguna vez repetí a mis hijos: "Nunca hay que volver a los lugares donde se fue feliz"
lunes, 21 de abril de 2014
El verdadero origen de la violencia
En diciembre de 1997, la antropóloga y comunicadora mexicana
Rossana Reguillo escribió en la revista latinoamericana Chasqui acerca de la multidimensionalidad de las violencias que han estallado en este
último tramo hacia el tercer milenio.
Tres cuestiones se ponen en juego en el texto de Reguillo.
En primer lugar, la “multidimensionalidad” de la violencia. No hay una sola
causa, ni un solo tipo de victimarios. No hay una sola violencia. Hay
violencias, en plural. Todas ellas son el resultado de las complejas
consecuencias de la sociedad capitalista en la que vivimos. La misma que genera
enormes conglomerados urbanos, facilita las condiciones para el narcotráfico,
genera exclusión y, sobre todo, profundiza la brecha de la desigualdad social entre
quienes mucho tienen y quienes carecen de casi todo. Hay múltiples violencias.
Las que ejercen aquellos que rapiñan en la calle, pero también –y más
gravemente– la de quienes estafan, mantienen trabajadores “en negro”,
especulan, no pagan impuestos o participan, directa o indirectamente, de actos
de corrupción. Hablar de la “inseguridad” como una única realidad para cobijar
bajo un mismo título hechos muy diversos, al tiempo que se estigmatiza a
algunos y se encubre a otros es, por lo menos, una falta de honestidad. Desde
el periodismo, un atentado a la ética.
Aunque a algún lector le pueda sonar a discurso antiguo o
pasado de moda, no hay que perder de vista que la sociedad capitalista se ha
encargado de fomentar el individualismo por encima de la cooperación, el
egoísmo por sobre la solidaridad. La crisis de las instituciones políticas es
también el resultado del deterioro de las relaciones humanas, de pensar la
política únicamente como intereses propios, mientras se desatienden las
necesidades del otro. La política es genuina sólo cuando es el arte de
conciliar intereses (de todos y todas) con necesidades (también de todos y
todas) y con el objetivo de la dignidad apoyada en derechos. Sin dejar de mirar
los efectos, los síntomas, hay que tener puestos los cinco sentidos en las
causas profundas. Lo otro es hacerle el juego a quienes buscan sembrar
inseguridad para acrecentar los propios réditos, sin importar las
consecuencias.
Extracto de http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-244567-2014-04-21.html
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, al agradecer el título honoris causa que le otorgó la Universidad de Barcelona, advirtió:
“Veo con preocupación y pena que aquí se están cometiendo los mismos errores que llevaron a mi país a la crisis. La solución es un problema político, de quién manda, si las elites o las mayorías. Vencer la pobreza es el imperativo moral de la humanidad, porque por primera vez no es fruto de la escasez de recursos, sino de sistemas excluyentes.”
Notable.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, al agradecer el título honoris causa que le otorgó la Universidad de Barcelona, advirtió:
“Veo con preocupación y pena que aquí se están cometiendo los mismos errores que llevaron a mi país a la crisis. La solución es un problema político, de quién manda, si las elites o las mayorías. Vencer la pobreza es el imperativo moral de la humanidad, porque por primera vez no es fruto de la escasez de recursos, sino de sistemas excluyentes.”
Notable.
domingo, 13 de abril de 2014
Hay naufragios que no necesitan agua.
Hay restos de un naufragio que no son propios de un
barco los cuerpos quedan enteros aunque por dentro están esparcidos en trozos difíciles y extraños de
reconocer hasta para el propio dueño empapado hasta los huesos aunque vaya seco en
los naufragios las digestiones están
truncadas un dolor de vientre sólo se aguanta y se disfruta el descanso entre contracción y contracción como pausa en un bombardeo como silencio en una fábrica de embalaje se
cree en la paz porque se siente por segundos pero se sabe que nunca es para quedarse los salvavidas son relativos a cada
ocasión un torso desconocido una conversación una canción... así llegas a
la isla desierta donde vives te llevas a ti mismo y con eso ya haces más que bastante porque
no sabes ni cómo lo has conseguido y
cada día al levantarte estás un poco en guardia porque sabes que en cualquier momento vas
a volver a naufragar y aun así sigues
dándote a la mar.
Extracto del texto
original de Gloria March. http://trestristestextos.blogspot.com/
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