lunes, 24 de junio de 2013

Lo vivido

Su respiración agitada y su carita asorochada y sudorosa por la fiebre hizo que el Dr. Larraín, antes de examinarlo, supiera que estaba con una neumonitis o una bronconeumonia. Con gesto elegante, estirando un poco el cuello y adelantando el mentón, se acomoda el estetoscopio con ambos meñiques, mientras las manos toscas del padre desnudan la espalda del niño para el examen.

- ¿Qué edad tiene este pequeñito?- La actitud humilde y paciente del padre, un hombre añoso y mal vestido contrasta con la juventud del médico, con su corbata de seda , su delantal impecable y sus zapatos de cuero suave y brillante. El rico perfume que lo rodea también contrasta con el olor a ropa usada y húmeda del padre.

- Nació el cuatro de Septiembre, doctor - Hombre refinado, coleccionista de íconos religiosos y de grabados antiguos, el Dr. Larraín se caracteriza, además, por su carácter irónico y su lenguaje zumbón.

- Ajá - dice, con una semisonrisa, mientras se concentra en la auscultación con los ojos semicerrados - Le habrán puesto Salvador entonces…-

El padre, angustiado por la enfermedad de su hija, no capta la evidente ironía y dice, con un suspiro - Eso pensábamos con mi señora, doctor, si acaso nacía hombre, pero como fue mujer, le pusimos Victoria -

Sentado en el escritorio, la emoción me golpea la boca del estómago y tatareo, muy quedo, como distraído, las primeras notas de "La Internacional", que no dudo que mi colega interpreta como una burla. Pero no lo es, es un homenaje a los pobres del mundo.