El 6 de enero Fidel llegó a Santa Clara. En una casa recibió
a Carlos Lechuga, un periodista que había apoyado la Revolución. En lugar de
escuchar preguntas las hizo él. Quería saber cómo estaba el pueblo en La
Habana. Después del intercambio sacó una conclusión.
Dijo Lechuga: “Es necesario que el pueblo
no tan sólo te escuche, sino te vea. La gente está ávida de ti. Hemos hecho
preparativos para transmitir por televisión el acto del parque, digo, si estás
de acuerdo”.
Acordó Fidel: “¡Cómo
no! Oye, eso es un palo periodístico que te vas a apuntar. Seguro que te
aumentan el sueldo. Este discurso es importante. ¿Cuáles tú crees Lechuga, que
son los problemas principales? No debe ser un discurso para elogiar al pueblo.
En estos momentos, en que todavía hay alguna incertidumbre, hay que decirle al
pueblo también cuáles son sus deberes. Hay que decirle que la Revolución tiene
que ser la obra de todos, sólo así tendremos el triunfo definitivo”.
Un rato después salió al parque Leoncio Vidal, unos
cientos de metros hacia arriba de Marta Abreu, cerca de la esquina que hace
unas horas pintaban los cubanos y miraban los rusos.
Dijo Fidel el 6 de enero de 1959: “Desde que el pueblo manda hay que introducir
un nuevo estilo: ya no venimos nosotros a hablarle al pueblo, sino venimos a
que el pueblo nos hable a nosotros. El que tiene que hablar de ahora en
adelante, el que tiene que mandar de ahora en adelante, el que tiene que
legislar de ahora en adelante, es el pueblo. Si el pueblo supo ganar la guerra,
que era difícil, ¿por qué no va a saber gobernar ahora?”
Extractado de:
Martin
Granovsky, desde Cuba