martes, 18 de febrero de 2014

Andragogías

Siempre recuerdo a mi profesor de filosofía del Liceo, cuando nos hacía el símil de la abstracción con el pájaro que se deja caer en el agua y saca un pez... y a veces, esperando que hierva el agua para los tallarines chinos, miro como se forma la primera burbuja en el fondo, que asciende y revienta, luego dos, luego diez , luego miles y el agua está en ebullición, lista para cocinar lo que sea.  

A veces pienso que la primera burbuja es lo intelectual, lo puro, lo abstracto, la necesidad imperiosa de entender, la segunda los afectos, luego la solidaridad, luego la amistad, a veces el amor, la tenacidad, la tolerancia, el temor, la audacia, la tristeza, hasta el cansancio o el aburrimiento, que también sirven... y estamos instalados en la diversidad, en la que nada nos parece ajeno, en la que podemos cocinar lo que sea. 

Lástima que el agua nos hierva tan viejos, me hubiera gustado contar con todas esas herramientas no tan tarde en la vida, haber contado antes con tantos recursos, para no haberse equivocado tanto... o, por lo menos, para haberse dado cuenta de la vida, que ha pasado como un celaje y, en tres, dos uno... chan, chan ... llegamos a viejos.