sábado, 17 de octubre de 2015

La estética del trabajador

Esperamos el inicio del juicio laboral, y los abogados litigantes conversan en un rincón buscando un acuerdo en la suma de la indemnización. En mi calidad, neutra, de perito médico forense, escucho a uno de ellos que agita un escrito mientras señala, displicente: "¿Qué tiene que ver el daño estético con el desempeño laboral? Este peritaje lo hago pebre en un minuto…"

Está sorprendido porque ante la habitual y única referencia al  daño físico, al impedimento laboral mecánico  para el cálculo de la incapacidad, yo agrego el daño sicológico del stress postraumático y el daño estético de las cicatrices, cuando ellos están presentes. Es posible que sea por mi irreductible vocación pro trabajador, pero aun si así lo fuere, lo que importa es que mi conducta está respaldada por la ley.

Cruzo los dedos esperando que no haya acuerdo, quiero respaldar mi peritaje también con el sentido natural de justicia, con el derecho natural, ya que el realismo jurídico no alcanza al abogado sin mas dios que el empresario que lo contrata, y que tan desahogadamente demuestra su insensibilidad social.

No hay acuerdo y Oooh… sorpresa…! es una obra concesionada y el abogado está representando al Consejo de Defensa del Estado, de lo que se desprende que alguna fracción de centavo de su sueldo sale del bolsillo de la víctima, no hay empresario en calidad de intermediario  (porque éste también le paga a sus abogados con el plus que da la explotación laboral)

Con tono de excesiva extrañeza, el abogado me pregunta: “Doctor, ¿podría decirnos qué tiene que ver el daño estético con el desempeño laboral…?”

Con igual cara de extrañeza, miro al magistrado arrugando histriónicamente el ceño y mirando hacia arriba y a la izquierda  como buscando una respuesta a una pregunta tan insólita - no vaya a ser que el juez sepa de fisiognomía – porque está claro que mientras más tonta es la pregunta, más difícil es la respuesta: 

Magistrado, el abogado parece homologar el trabajo manual con el desempeño laboral… parece bastarle con que el trabajador pueda mover las manos… pero sucede que todos trabajamos con nuestra inteligencia, con nuestras manos y también con nuestra presencia…¿O no es acaso un tema de  discusión pública la discriminación laboral por el aspecto físico, claramente arbitraria?  Y para rematar, la estocada, insoportable para un abogado: “Magistrado, respetuosamente, el señor abogado parece estar confundido…”

Touché! El abogado me interrumpe atropelladamente, tratando de defender sus dichos, yo miro al juez y, sabiendo que no está preguntando nada, le digo: “ Magistrado, ahora no entiendo su pregunta…”

“No se preocupe doctor, no es una pregunta… Señor abogado, deje eso para las observaciones a la prueba…. ¿Algo más tiene que agregar, doctor? “

“No su Señoría”  


(Pero me faltó añadir una pregunta: ¿Quiénes de todos los aquí presentes obtuvieron un promedio superior a seis en las notas de la enseñanza media…. como es el caso de este trabajador…?)