Cuando René Descartes define el segundo precepto de su Recurso del Método: dividir cada una de las dificultades que examinara en tantas partes como fuera posible y necesario para poder resolverlas,
dio un paso fundamental en el método científico del conocimiento, el
paso del análisis que precede a la síntesis, la disección del anatomista
que aísla los órganos para su estudio por separado para luego
comprenderlos en su conjunto.
Este afán de dividir para comprender llevó
a los andrónicos, una secta de herejes del
cristianismo primitivo a sostener que la parte superior del cuerpo de
las mujeres era obra de Dios y su parte inferior, obra del demonio, contradiciendo así a la enorme mayoría de los varones de aquel tiempo que pensaban exactamente lo contrario.
Este
mismo afán del pensamiento occidental intenta separar lo espiritual de
lo material, lo psíquico de lo físico, el alma y el cuerpo para
estudiarlos por separado mientras la realidad se empeña en demostrar lo
contrario. El antiguo surmenage de
los intelectuales, los innumerables trastornos psicosomáticos, la
relación entre sistema inmunitario y defensas orgánicas hasta el moderno
"burnout" de los trabajadores sometidos a grandes presiones laborales,
son una pequeña muestra de este par categorial, de este binomio
inseparable de la vida psico-somática, que los orientales grafican con
tanta simplicidad en el "ying-yang".
Este
método científico, este camino de conocimiento, con toda su simplicidad
original, ha permitido llegar, primero a la teoría atómica y luego al
genoma humano. Pero el fenómeno de la vida, si bien cercado por un
extremo por las partículas y por el otro por los genes, continúa en el
más absoluto de los misterios.
Una de las predicciones de Zaratustra nos
advierte que “cuando los pájaros de metal surquen los cielos, el
Oriente invadirá al Occidente”, predicción que parece cumplirse ahora
que, mientras los aviones unen los dos hemisferios, nos
invaden el yoga, el taichi, el iaito, el kungfu, el sudoku y el
camasutra, como si los hemisferios cerebrales, derecho e izquierdo del
mundo, comenzaran, por fin a pensar utilizando conjuntamente la
inteligencia racional y la inteligencia emocional, inteligencias que durante tanto tiempo han producido las desinteligencias entre hombres y mujeres.
Ese si que sería un buen augurio.