lunes, 13 de abril de 2015

Constituciones truchas

EL DEBATE CONSTITUCIONAL LETELIER- CORREA  ¿O EL  DE PÉREZ – MACHUCA?

Ciertamente, es una tarea difícil, además de inútil, interpretar lo que se quiere decir al hablar de constituciones maximalistas, o infladas, minimalistas de interpretación restrictiva, y agregar conceptos difusos, o por lo menos jurídicamente indeterminados, como los  afectos constitucionales, el catolicismo o el protestantismo constitucional, que agrega el señor Coddou en su columna del Diario Constitucional[1].

Lo central de la controversia parece resumirse en el siguiente extracto de Correa: Acordemos que lo que ambos buscamos es una interpretación restrictiva, que respete la voluntad mayoritaria y no imponga un ideario de juristas a aquello que debe definir la política. En ese terreno, me acusa de proponer una interpretación puramente deductiva de preceptos legales, mientras él aboga por asumir la interpretación constitucional como una tarea más compleja, que exige mirar la Carta no sólo como un límite al poder, sino también como un programa o ideario”

Es realmente sorprendente ver, con tanta claridad, como ambos caminan entre las ramas de un mismo árbol, sin darse cuenta que tiene un tronco único  y que forma parte de un bosque. Darse cuenta con tanta claridad que ambos, ambos, propugnan una constitución pensada, discutida y redactada por “intelectuales” (un término tampoco  bien definido, o tan poco bien definido, como se quiera)  pero que permite establecer una línea divisoria neta entre los gobernantes y los gobernados. Una discusión que huele a reyes y súbditos, a señores feudales y siervos de la gleba, con un tufillo a estalinismo trasnochado...  aunque el término más adecuado en la actualidad debería ser  el de plutocracia, donde los plutos son más vivos que el ratón Mickey, y algunas plutas más vivas que los plutos, lo que no debe llamar a extrañeza, porque siempre, siempre, el mundo fue así. Adán es la costilla de Eva… que duda puede caber a estas alturas.

Y resolver este problema sólo puede hacerse recuperando el pensamiento de las grandes cabezas de la humanidad. ¿Alguien se habrá acordado de un tal señor Aristóteles, que puso los puntos sobre las íes respecto de lo que debiera entenderse por plebiscito? Hasta aquí debería llegar este comentario, porque se supone que haber leído lo anterior implica un grado superlativo de interés en el tema, y el texto de Aristóteles debe estar en la Wikipedia, espero.

En una visión resumida, tal vez personal, me permito decirlo así: en el plebiscito no deben participar los gobernantes, por dos razones de peso, la primera, porque no forman parte de la plebe y la segunda, porque sus problemas personales están resueltos, y el plebiscito intenta resolver los problemas no resueltos.

Los gobernantes o mandatarios (no confundir con mandantes: el que manda es el mandante, el que obedece es el mandatario, así sea Primer Mandatario, que es el más mandado de todos, lo que no se advierte con facilidad, simplemente porque no se explica), están llamados a escuchar los anhelos de la plebe y si no son ninguna de las siglas que tanto se abominan por estos días, UDI, PC, PS, DC, SQM, Penta, Pecado Kapital, ufff…. que desplante… que mal gusto…! como mandatarios, repito, deben responder a sus mandantes, la plebe.

Y cómo deben hacerlo? Fácil, utilizando sus estudios de Derecho, pagados por los que trabajan,  para elaborar, en términos jurídicos, una Constitución que responda a los intereses, a los anhelos de la plebe, que para tener anhelos no hacen falta estudios, hace falta solamente ser pobre y tener necesidades.

Sin abandonar el terreno constitucional, ¿cómo no recordar al señor Lagos, cuando en un aciago 1989 reformó, perdón,  reforzó  la constitución castrense, con el simple expediente de no informar a la plebe lo que significaba la eliminación del plebiscito del texto constitucional, la incorporación del binominal en el texto constitucional, la elevación de los quórum en el texto constitucional? [2]

Su obligación era responder a sus mandantes, no engañarlos con frases hechas de “el inicio de la transición” cuando eso no fue más que agregar  candados  a los ya existentes.  Se puede interpretar de varias maneras: que no leyó a Aristóteles; que lo leyó y no lo entendió; o que lo leyó, lo entendió y le importó una raya.

Raya para la suma: el debate constitucional no es de juristas ni de gobernantes, que a eso puede reducirse la discusión en comento, el debate constitucional es de ideas, de valores, de anhelos, de asambleas populares, de discusión en la calle… es la casa que queremos construir, sin ser arquitectos, no importa, si tenemos la plata y le pagamos a los arquitectos, tienen que hacerla a la pinta nuestra, no a la de ellos. PLW