EL DEBATE CONSTITUCIONAL
LETELIER- CORREA ¿O EL DE PÉREZ – MACHUCA?
Ciertamente, es una tarea difícil, además de
inútil, interpretar lo que se quiere decir al hablar de constituciones
maximalistas, o infladas, minimalistas de
interpretación restrictiva, y agregar conceptos difusos, o por lo menos
jurídicamente indeterminados, como los afectos
constitucionales, el catolicismo
o el protestantismo constitucional,
que agrega el señor Coddou en su columna del Diario Constitucional[1].
Lo central de la controversia parece
resumirse en el siguiente extracto de Correa: “Acordemos que lo que
ambos buscamos es una interpretación restrictiva, que respete la voluntad
mayoritaria y no imponga un ideario de juristas a aquello que debe definir la
política. En ese terreno, me acusa de proponer una interpretación puramente
deductiva de preceptos legales, mientras él aboga por asumir la interpretación
constitucional como una tarea más compleja, que exige mirar la Carta no sólo
como un límite al poder, sino también como un programa o ideario”
Es realmente sorprendente ver, con tanta
claridad, como ambos caminan entre las ramas de un mismo árbol, sin darse
cuenta que tiene un tronco único y que forma parte de un bosque. Darse cuenta con
tanta claridad que ambos, ambos, propugnan una constitución pensada, discutida
y redactada por “intelectuales” (un término tampoco bien definido, o tan poco bien definido, como
se quiera) pero que permite establecer
una línea divisoria neta entre los gobernantes y los gobernados. Una discusión
que huele a reyes y súbditos, a señores feudales y siervos de la gleba, con un
tufillo a estalinismo trasnochado... aunque el término más adecuado en la
actualidad debería ser el de
plutocracia, donde los plutos son más vivos que el ratón Mickey, y algunas plutas
más vivas que los plutos, lo que no debe llamar a extrañeza, porque siempre,
siempre, el mundo fue así. Adán es la costilla de Eva… que duda puede caber a
estas alturas.
Y resolver este problema sólo puede hacerse
recuperando el pensamiento de las grandes cabezas de la humanidad. ¿Alguien se
habrá acordado de un tal señor Aristóteles, que puso los puntos sobre las íes
respecto de lo que debiera entenderse por plebiscito? Hasta aquí debería llegar
este comentario, porque se supone que haber leído lo anterior implica un grado
superlativo de interés en el tema, y el texto de Aristóteles debe estar en la
Wikipedia, espero.
En una visión resumida, tal vez personal, me
permito decirlo así: en el plebiscito no deben participar los gobernantes, por
dos razones de peso, la primera, porque no forman parte de la plebe y la
segunda, porque sus problemas personales están resueltos, y el plebiscito
intenta resolver los problemas no resueltos.
Los gobernantes o mandatarios (no confundir
con mandantes: el que manda es el mandante, el que obedece es el mandatario,
así sea Primer Mandatario, que es el más mandado de todos, lo que no se
advierte con facilidad, simplemente porque no se explica), están llamados a escuchar los anhelos de la plebe y si
no son ninguna de las siglas que tanto se abominan por estos días, UDI, PC, PS,
DC, SQM, Penta, Pecado Kapital, ufff…. que desplante… que mal gusto…! como
mandatarios, repito, deben responder a sus mandantes, la plebe.
Y cómo deben hacerlo? Fácil, utilizando sus
estudios de Derecho, pagados por los que trabajan, para elaborar, en términos jurídicos, una Constitución que
responda a los intereses, a los anhelos de la plebe, que para tener anhelos no
hacen falta estudios, hace falta solamente ser pobre y tener necesidades.
Sin abandonar el terreno constitucional, ¿cómo
no recordar al señor Lagos, cuando en un aciago 1989 reformó, perdón, reforzó
la constitución castrense, con el simple expediente de no informar a la
plebe lo que significaba la eliminación
del plebiscito del texto constitucional, la incorporación del binominal en el texto constitucional, la elevación de los quórum en el texto
constitucional? [2]
Su obligación era responder a sus mandantes,
no engañarlos con frases hechas de “el inicio de la transición” cuando eso no fue
más que agregar candados a los ya existentes. Se puede interpretar de varias maneras: que
no leyó a Aristóteles; que lo leyó y no lo entendió; o que lo leyó, lo entendió
y le importó una raya.
Raya para la suma: el debate constitucional
no es de juristas ni de gobernantes, que a eso puede reducirse la discusión en
comento, el debate constitucional es de ideas, de valores, de anhelos, de
asambleas populares, de discusión en la calle… es la casa que queremos
construir, sin ser arquitectos, no importa, si tenemos la plata y le pagamos a los arquitectos, tienen que hacerla a
la pinta nuestra, no a la de ellos. PLW