jueves, 16 de mayo de 2013

CAPERUCITA ROJAS




Buscando conocer el mensaje del cuento de los hermanos Grimm, encuentro en la web  el Análisis de sus Valores que hace Cuentosparadormir.com[1] que señala, entre otras,  dos conclusiones un tanto contradictorias: que la historia es parte del acerbo cultural, que todo niño debe conocerlo, y que las actuaciones de los personajes no son muy inteligentes.  

Tales conclusiones dan para pensar. Si hubiera dicho acervo curtural, no habría sido tan grave, porque se puede aceptar una falta de ortografía,  lo que no se puede desear es que los niños sean acerbos, es decir crueles, rigurosos y desapacibles. Si hubiera dicho acervo cultural se estaría enseñando que se puede ser famoso sin ser muy inteligente lo que,  siendo verdad  no es, por cierto, recomendable.

Entonces, me pregunto ¿cómo habría sido el cuento si la Caperucita hubiese sido inteligente, cruel y rigurosa? Porque cuando fue escrito, a inicios del siglo XVII, nada se sabía de sicología infantil que no fuera lo que elucubraban  buenamente  los escritores  infantiles, que creían que los niños eran angelitos con retraso mental.  Sin embargo, no  digo nada nuevo al afirmar que lo que ahora se sabe resulta  sorprendente. 

Nuestros niños son más inteligentes e informados, su pensamiento, abierto, nace en medio de una tormenta neuronal que aún no ha sido coartada y que sólo tiene un alcance de nombre con el brain storm de los adultos, porque no se trata de un mero ejercicio intelectual, su tormenta es de neuronas reales que nacen y mueren por millones cada día.

Su crueldad es un hecho observable y propio de la ausencia de valores, que se imponen  luego socialmente; su desapacibilidad es propia de su inestabilidad emocional, una inestabilidad que generalmente no es  tal,  sino pura manipulación para obtener lo que desean, y los reglamentos de sus juegos son tan complicados que requieren de una rigurosidad y habilidad extremas, (nunca desafíe a su nieto a un juego de roles, a competir con el joy  stick o con el wii, porque luego se reirá con sus amigos en el chat: 
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:[ :) aksjdakjsdkjaskjdkjasdkj oh si **-* XDDDD)   

Lo que sigue es la historia de lo que habría  sucedido si la niña del cuento  hubiese sido, esta vez, inteligente, fría y manipuladora.

LA VERDADERA Y TRISTE HISTORIA DE LA CÁNDIDA ABUELITA  Y SU NIETA DESALMADA, CAPERUCITA ROJAS.

Todos en el pueblo sabían que cruzar el bosque era peligroso.  Otras Caperucitas ya  habían sido devoradas, por no obedecer a sus madres y abuelas que les aconsejaron  no internarse  en la espesura ni, menos aún,  entablar conversaciones con extraños. 

Pero la Caperucita  de esta historia si bien, como todo niño, era trasgresora de las reglas de los mayores, no actuaba, generalmente, de manera desatinada. Por eso, cuando su madre le dijo que debería ir a casa de abuela  para llevarle algo de alimento, advirtiéndole que debía usar el camino largo, que rodea el bosque y no el corto, que lo cruza, pensó que ya era hora de decidir por sí sola. Durante esa mañana, armó sus redes: hizo algunos comentarios algo sorprendentes pero creíbles, recuperó contactos y comprometió  ayudas. Dando tiempo para que el mensaje  llegara  al destinatario,  se preparó para visitar a su abuela al día siguiente.

El encuentro con el lobo resultó tal y como lo esperaba. Él le preguntó por qué tenía esas ojeras tan grandes (ojeras, no orejas) y por qué su barriguita estaba tan hinchada, y ella le contestó diciéndole que estaba muy enfermita. Como el lobo insistiera, le pidió que se agachara para contárselo al oído, porque se había enfermado por desobediente. El lobo la escuchó y luego movió la cabeza, como regañándola.

Le confirmó que iba a ver a su abuelita. ¿Que cómo estaba ella?, que ella sí, que ella sí estaba bien, a pesar de su edad, y cada día más dulce. La conversación languideció por falta de interés del lobo, así es que se despidieron, Caperucita caminando lentito, dándole tiempo  y él, creyéndolo ganar  a grandes saltos,  hasta llegar a casa de la abuela. 

Golpeó la puerta e imitó la voz de Caperucita. El cazador, imitando la voz de la abuelita,  le hizo pasar.  Acostado en la cama con los anteojos y la cofia de la abuela, y con la escopeta bajo el cobertor, esperó que el lobo se acercara lo suficiente como para no errar el único tiro. 

-          Abuelita, ¿por qué tienes la barba tan cerrada? – 

En contundente respuesta, los perdigones le perforaron el pecho.
Caperucita no tardó en llegar.  

-          ¿Todo bien? - preguntó al cazador.
-          Todo okey  - fue la tranquila respuesta
-          ¿Y la abue? -
-          En el armario  

La sacaron, la acercaron al lobo y usando sus garras, desgarraron su bata de dormir, le infirieron un  rasguño en el rostro  y le mancharon su pulgar derecho con pólvora. Los lobos eran especie protegida, y era probable que la abuela tuviera que alegar legítima defensa.

Sólo semanas después, en la sobremesa familiar,  su  madre vino a caer en cuenta del extraño comportamiento del lobo, que había desechado un bocado  tan tierno como el de su hija, prefiriendo las carnes magras de la abuela. Caperucita, mientras mira fijamente la flor bordada en el mantel tratando  de recordar su  nombre, dice: 

-          Ahhh… sí… le conté a mis amiguitas  que la abue  era diabética y que yo le llevaría la insulina, porque  estaba sin tratamiento -
-          ………?. -
-          Que  por eso, estaba gordita y dulce…  o sea… hiperglicémica… - agrega, condescendiente, -  y al lobo le dije que yo estaba intoxicada con hongos venenosos-
-          ……….? -
-          Mamaáaaaa……que el  looobo  eeeera como yooo  pensaaaba…: tonto, pero no tanto… o inteligente, pero tampoco  tanto, da lo mismo.  Eso nada más, madre... qué tanto... -


Una versión distinta del cuento de la Caperucita roja. Taller de Innovación. UNIACC 2010.
Hernán Eusebio Lechuga Farías