“El error de la democracia representativa ya lo resumió Rosa Luxemburgo cuando dijo que el partido sustituye a la sociedad, el comité central sustituye al partido y el secretario general sustituye al comité central. Y a la democracia participativa le ocurre como a las olas con el mar: solamente existe cuando hay viento, capaz de tomar decisiones en niveles bajos de complejidad.”
Queridos
amigos y compañeros:
Con estas
primeras palabras, oficiales en mi condición de candidato a diputado, quiero compartir con
ustedes un pensamiento muy personal y un
sentimiento muy íntimo. Con profunda emoción, comparto esta tribuna y esta
candidatura con la querídisima compañera
Gladys Marín, una militante
comunista con una trayectoria política y personal intachable, marcada
por una firmeza ideológica, una consecuencia
y una valentía difíciles de
imitar. Pero los caminos de la vida se entrecruzan y nos llevan a encrucijadas
no previstas, a desafíos cada vez mayores.
Este es uno de ellos y lo asumo
como el más difícil que me ha tocado enfrentar en toda mi vida. Asumo
este desafío con la garantía de tener un modelo a seguir, con la tranquilidad
de saber lo que hay que hacer y con
la natural intranquilidad de no saber si podré
hacerlo a la altura requerida.
Enfrentar esta tarea significa dar
un salto de calidad, subir un gran escalón
y asumir responsabilidades cada vez mayores en un campo nuevo, más amplio
y más complejo que los anteriores. Pero
no enfrentamos este desafío desarmados, lo hacemos con las armas que hemos ido perfeccionando
durante muchos años. Probando fuerzas en otros desafíos, hemos recibido muchas
lecciones, hemos acertado y nos hemos equivocado, y alegrándonos por los triunfos o reconociendo nuestros errores, hemos igualmente aprendido.
Con una visión social que ha dejado
atrás los intereses egoístas y los
enfoques estrechos que alguna vez pudimos haber tenido, pero por sobre todo con el convencimiento de que nada es posible
sin la participación, sin el trabajo en
equipo y sin el compromiso ideológico, hemos alcanzado la certeza de saber que no hay nada más gratificante que el
trabajo social, porque no hay nada más importante que la gente, sus
anhelos, sus problemas, es decir
nosotros, nuestros anhelos, nuestros problemas. Solamente trabajando juntos
podremos resolverlos, para los
comunistas no existe contradicción alguna entre los intereses personales y el
interés colectivo.
Por eso nos alegra y nos estimula el
resultado del Plebiscito recién realizado en el Hospital Félix Bulnes Cerda,
porque, a pesar de ser una primera experiencia de participación directa, más de
mil vecinos y casi cuatrocientos
funcionarios entregaron su voto en pro de la salud y en rechazo a las políticas
inhumanas aplicadas por el Gobierno.
No
de otra forma puede calificarse el maltrato evidente a nuestros pacientes, a
pesar del esfuerzo abnegado y las jornadas agotadoras de los funcionarios
tratando de suplir las carencias, también evidentes, de los recursos mínimos
requeridos. Solamente 47 votantes
aprobaron las políticas del Gobierno.
Desde
aquí, públicamente, queremos reconocer el doble mérito de los funcionarios de
nuestro Hospital que votaron, poniendo en riesgo sus remuneraciones y su propio
empleo, porque la legislación actual así lo permite. De la misma forma queremos
decirle, a quienes no votaron, que no
tenemos crítica, que entendemos la
presión innoble a la que han sido sometidos. Tenemos plena conciencia de que
estos resultados, por más favorables que sean, no nos dan poder resolutivo,
pero este resultado es una advertencia clarísima al Gobierno del rechazo masivo
que están generando sus políticas laborales y de salud.
Anoche escuchaba a un dirigente
poblacional de San Bernardo explicando a los concejales las diferencias entre
un Cabildo y un Plebiscito, refiriéndose
al problema de la grave contaminación producida por el incendio de una
industria química del sector. Nosotros no hemos tenido ese problema, realizamos
el Cabildo y además el Plebiscito,
y por una razón muy simple: porque el
Cabildo es información y socialización del problema y el Plebiscito es la
posibilidad de expresar una opinión informada. Ambos eventos resumen entonces
lo esencial de la democracia sin apellidos, que no es más que la libre
expresión de los ciudadanos, independientemente de posiciones políticas,
ideológicas o de cualquier otro origen, porque estos problemas nos afectan a
todos, sin excepción de ninguna especie.
Ni siquiera quienes, por su poder económico, se sienten ajenos, están
libres de la contaminación, de la meningitis meningocócica, del SIDA, de la
droga y de tantos otros males que acechan a esta sociedad.
Recientemente, la Organización
Panamericana de la Salud ha insistido en un viejo concepto: la inequidad es la
clave en los males de la salud. Y nosotros
ampliamos este concepto: la inequidad es la clave de todos los males sociales, es la causante directa de la falta de oportunidades de todo tipo, educacionales,
culturales, laborales, recreacionales, etc., todo lo cual redunda en la falta
de participación real de la gente en la
solución de sus propios problemas. Esta inequidad no es un hecho espontáneo ni una condición temporal, propia de un
determinado período. Es una política, diseñada e implementada por los grupos de
poder para conseguir esos objetivos de manera permanente, para impedir que las grandes mayorías tengan acceso al
poder que ellos detentan.
Y así vemos como este país, con
importantes niveles de crecimiento económico, no solamente no logra
reducir la brecha entre ricos y pobres, sino que la profundiza, no logra poner estos avances al
servicio de quienes realmente los generan, los trabajadores, ni de quienes
realmente los necesitan: los niños, los
jóvenes, los ancianos, los discapacitados, los eternos discriminados de esta
sociedad marcada por el consumismo egoísta y ciego, una sociedad que
se ahoga en sus propios desperdicios.
Revertir esta situación actual es
extraordinariamente difícil, pero no
imposible. Los comunistas nos
atrevemos a creer, y creemos
para crear y para crecer. Tenemos a nuestro favor, la
fuerza de las ideas, la fuerza de nuestra concepciones humanistas, la fuerza de
las mayorías, la fuerza de la unidad que las propias políticas antidemocráticas
del Gobierno han ido generando. Este
es nuestro capital, creamos en él para poder crear relaciones más humanas
y más solidarias, para crecer como personas y como sociedad.
Para nadie es ya un misterio que el
"temporerismo", que nació en el trabajo agrícola, está afectando a toda la clase trabajadora, incluida la
técnica y profesional. Profesores, médicos del sistema primario y hospitalario,
académicos universitarios, trabajadores de Obras Públicas entre muchos otros, identifican
este grave peligro en el eufemismo de la
" gestión flexible del recurso
humano " que aplica el
Gobierno, y en la insistencia de no "
colegislar ", que no es otra cosa que el no discutir los proyectos de Ley
con los trabajadores. Las leyes van así directamente del Gobierno al
Parlamento en un lenguaje que sólo se
aclara cuando la ley se aplica y demuestra, en la práctica y descarnadamente, su carácter antidemocrático. De
allí la importancia de estar en el
Parlamento, de participar en la discusión y en la aprobación de leyes que realmente impongan la justicia y
la equidad perdidas.
Tenemos por delante, con todas las
limitaciones que implica el sistema binominal y la coartación de las libertades
que genera la propaganda masiva, la
posibilidad real de alcanzar mayores
niveles de expresión y de decisión.
En este sentido, la propuesta del
Partido Comunista es una base firme y clara.
La exigencia de una mejor
distribución del ingreso, la reforma de las
leyes laborales y del sistema
eleccionario, además de las exigencias
de verdad y de justicia fueron, en su momento, una propuesta nacional por la que votó la gran mayoría de este país,
puesto que estaban contenidas en el Programa de la Concertación. Propuesta
demagógica que el propio Ministro del
Interior se ha encargado
de aclarar, más
allá de toda
duda, al declarar
que existían “victorias amargas y
derrotas dulces“, al referirse al rechazo de la oposición a eliminar
los senadores designados. ¡Cómo no va a ser una derrota dulce, si les permite seguir incumpliendo los
compromisos de su propio Programa !?
Tal como históricamente ha quedado
demostrado, la agudización de los procesos sociales ha ido separando las aguas
de los grupos en conflicto. No puede caber duda alguna que el gobierno ha decidido por la opción de
la derecha. Sus políticas económicas lo venían demostrando cada vez con mayor
claridad y sus recientes decisiones de política electoral no dejan lugar alguno
a la incertidumbre.
En este marco nos toca actuar, un
marco desfavorable en muchos aspectos, pero
muy favorable en otros, puesto que el Partido está hablando el lenguaje de la
gente, está siendo la voz pública de sus exigencias y está mostrando el
camino a seguir para revertir la situación actual de inquietud social y de represión del gobierno.
Es nuestra responsabilidad que este
enfrentamiento pueda resolverse mediante el trabajo de masas, mediante la presión social organizada, propositiva y orientada con claridad a responder a las urgentes necesidades de la
población, a impedir que la represión llegue a cobrar víctimas inocentes
en quienes no hacen otra cosa que luchar
por mejores condiciones de vida.
Los candidatos del Partido Comunista
ofrecemos la garantía de nuestras historias personales y la
historia del propio Partido al que nadie, ni sus peores enemigos, han podido
acusar nunca de falta de compromiso social, de corrupción ni de aprovechamiento
ilícito. La limpieza del Partido Comunista no
está escrita en las paredes de una
contienda electoral, está escrita en su historia de constante compromiso con la
clase trabajadora, con los pobres, con los desposeídos.
Compañeros y amigos:
La palabra clave es la
participación. Nada puede lograr un dirigente
si no recoge la esencia de los problemas que afligen a la sociedad y
nada puede lograrse si la comunidad no actúa en consecuencia. Nadie vendrá de
afuera a solucionar nuestros problemas, somos nosotros mismos quienes deberemos
resolverlos. Repitamos, una y mil veces
si es necesario, cabildos y plebiscitos hasta lograr el país que queremos,
un país justo, solidario, respetuoso de las diferencias pero incansable en la
búsqueda de la unidad en torno a los problemas reales. No aceptemos que nos
dividan, la tarea futura es enorme y no queda otro camino que caminar juntos
para enfrentarla.
Ese es
nuestro compromiso, muchas gracias.