jueves, 3 de octubre de 2013

treinta segundos de terror

Quedarse pegado bajo la ducha caliente no es por agrado, es por terror...  a los treinta segundos que siguen, enfrentando  el mundo solos, desnudos, mojados y con frío... como cuando se sale del vientre materno... como si el chorro de agua caliente fuera el cordón umbilical que nos unía al mundo... como buzos o astronautas que sólo quieren volver a la nave, y de la nave, a tierra firme.