Hoy
en el duermevela del despertar viví una especie de epifanía una experiencia de percepción global del cuerpo que sabiendo
que estaba en el limbo de las alucinaciones hipnagógicas me esforcé
por prolongar para entenderla una
sensación del cuerpo como esponjado y adolorido como si
cada célula hubiese perdido la piel y
con ella su capacidad de
aislamiento inmóvil recorriéndome por dentro busqué una palabra un verbo
que pudiera describir esa percepción de tener un cuerpo capaz de sentir o de resentir
el dolor moral la pena de un
cuerpo pensante o capaz de acoger el
pensamiento que vuela sin saber donde posarse y no
pudo ser otro que el de estar transido
atravesado por el pensamiento
como si se hubiese desbordado de sus cauces naturales de sus vías nerviosas para invadir cada
rincón cada célula alienada en su
función propia para remecerla para hacerla recuperar su capacidad original
de también pensar de hacerse cargo de ayudar a resolver
lo que la mente sola no puede.
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