viernes, 6 de abril de 2012

OBSTETRAS ASESINOS: Summum ius, summa injuria

Si hay un profesional que programa la muerte de un ser inocente, absolutamente indefenso, se prepara para ello, lo realiza en la más absoluta impunidad y cobra por ello, estamos frente a un asesino de la peor calaña, porque actúa en forma premeditada y alevosa. Pero, si bien cumple con el tipo penal y sus agravantes, y a pesar de que el asesinato se ha producido en una institución, pública o privada, no hay certificado de ninguna defunción, porque el nasciturus sólo será persona si vive un momento siquiera, separado de su madre, lo que aquí no sucede.

Hay algo que pocos de los que defienden la vida a ultranza, han advertido: que hay ocasiones en las que hay que elegir entre una vida plena, responsable, con afectos y familia y una vida en proyecto, cuyas posibilidades de vivir, a pesar de su absoluta normalidad, son cero, con la tecnología disponible, y es el embarazo tubario.

Ahí están en un serio problema quienes están aplicando aquí sus convicciones religiosas, que intentan infructuosamente explicar con parábolas infantiles la complejidad enorme de la vida, los que insisten en mirarlo todo en blanco y negro, una mirada básica, binaria, esquizofrénica en su incapacidad de distinguir los millones de tonos del gris en los que se expresa la vida, esquizofrénica sobre todo, en su incapacidad de unir a su inteligencia intelectual, su inteligencia emocional

Si no lo están, y es solamente una posición romántica ante la vida - que no es más biología - lo que los motiva, entonces no dudarán un segundo en matar al ser inocente y perfecto, cuyo único pecado es haberse alojado donde no debe, en la trompa de Falopio y no en el útero, porque estarán defendiendo la vida como se debe, pensando, categorizando, eligiendo el mal menor.

Si millones de creyentes asesinos de verdad pueden confesarse y recibir el perdón por sus pecados y los señores curas no están obligados, por el Derecho canónico, a denunciarlos, ¿por qué los creyentes no podrán explicar al ser de inteligencia superior, sus motivaciones y de rogar porque el feto vaya directo al reino de los cielos?

La vida y la muerte tienen existencia propia, y hay que mirarlas, a ambas, con la profunda humildad de nuestra precaria condición humana, y no con la mirada castrense, cuartelaria que, en su último minuto de poder transformó la estolidez en norma jurídica.

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